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Un territorio de fronteras diluidas

Los expertos que aportaron las 80 ideas para el futuro de Asturias piden romper de una vez costuras municipales y ampliar el radio de gestión - Los objetivos de mejora deben ser regionales: lo que es bueno para el área central asturiana - lo es también para las alas, y viceversa

Asturias tiene una estructura poblacional descompensada, en lo geográfico y en lo social. El problema no son los grandes números, sino que esos 1.075.000 habitantes en el Principado hace tiempo que dejaron de dibujar la tradicional pirámide de población para convertirse en una figura con pies estrechos (los más jóvenes, los chicos y chicas nacidos en el siglo XXI), barriga hipertrofiada (adultos medios, incluidos los que en los sesenta y setenta formaron parte del baby-boom) y cabeza grandona (mayores cada vez más mayores).

La explicación de porqué la población asturiana está, además, mal distribuida es obvia: no hay un solo municipio astur de las alas oriental y occidental, a excepción de Cangas de Onís y Sobrescobio (Llanes está casi a la par) que haya ganado población en relación a sus censos de 1991. En los últimos veinticinco años más de una treintena de concejos asturianos perdieron al menos el 25% de sus habitantes.

Nuestro crecimiento vegetativo, que comenzó a ser negativo en 1985 y ahí sigue, en estadísticas rojas, tardará muchos años en equilibrarse, si es que alguna vez lo hace. Mueren más personas que nacen en la región. Nuestra baja natalidad tiene que ver con las dificultades económicas pero también con una cuestión cultural.

En los sesenta, con las maternidades españolas llenas, Asturias tenía uno de los índices de natalidad más bajos del país. Los 1,02 hijos por asturiana es hoy una tasa casi idéntica a la que había antes de la crisis. Población y territorio son conceptos que están íntimamente unidos. Perdemos población a nivel general, pero esa sangría mantenida durante tres décadas afecta especialmente allí donde existe menos masa crítica. Sin el factor humano no hay generación de riqueza; sin riqueza ni perspectivas de ella la gente busca nuevos horizontes. Y despoblar significa condenar.

Pero que el área metropolitana central, con sus 900.000 asturianos concentrados en 29 concejos, no sea el verdugo del resto de Asturias, sino al contrario. Es una de las ideas planteadas por el presidente del Principado, Javier Fernández, en su artículo del suplemento del 80.º aniversario de LA NUEVA ESPAÑA. "El área metropolitana es de toda Asturias", señala Fernández, convencido de que "no hay colisión entre alas y centro ni se trata de privilegiar a unos a costa de otros, sino de aprovechar la pujanza del área central en beneficio de todos".

Esa idea inclusiva la comparte el profesor de Economía Aplicada de la Universidad de Oviedo, Fernando Rubiera. Frente a la cruda realidad de la mala localización asturiana en relación con Europea, Rubiera apuesta por "la estrategia" basada en nuestras fortalezas -existen-, sostenidas en el tiempo y con visión global.

Ahí está la clave: "falta una idea vertebradora que dé sentido al conjunto y asigne con más eficacia los recursos públicos que nos llegan de Europa y en resto de España". Por cierto, cada vez más recortados. El área metropolitana es una idea inclusiva que puede impulsar el crecimiento, afirma.

El tamaño sí importa, y a él aludieron algunos de los articulistas participantes en el suplemento. Hay 16 concejos asturianos con un censo menor a los 1.000 habitantes, pero se equivoca quien piense que el problema se arregla con un mero borrado administrativo. Asturias tiene una división municipal mucho más equilibrada que otras autonomías españolas. No es que sobren concejos, que quizá también si así se estudia y decide, sino que faltan políticas de cohesión territorial.

"Más músculo para los Ayuntamientos", reclamaba en su artículo el nuevo coordinador de Izquierda Unida (IU), Ramón Argüelles. A buena parte de las entidades locales asturianas "no se les permite administrar con cierta racionalidad sus recursos", descompensada desde hace tiempo la relación entre los crecientes niveles de exigencia y los menguantes flujos de ingresos.

La Administración local supone un elemento de arraigo al territorio aunque Argüelles lamenta que "los municipios se han convertido en gestores de competencias que no les son propias".

Ayuntamientos en desventaja. Y dentro de una autonomía en la periferia. Los que cumplieron los sesenta se acordarán del viejo proyecto de unir Asturias y León en una misma comunidad. Eran años setenta cuando la red autonómica se estaba tejiendo.

Una nueva autonomía formada por Asturias, León? y Cantabria. Es la propuesta del catedrático de Derecho Constitucional, Francisco J. Bastida. "No se trata de que Asturias, Cantabria y León pierdan su identidad regional sino de cobrar, unidas, un mayor protagonismo dentro del Estado", explica. Para empezar, con el objetivo de mejorar de manera notable "su posición ante ese Estado en las negociaciones sobre financiación" autonómica.

A las dos comunidades uniprovinciales y a la provincia leonesa, integrada un tanto a la fuerza en Castilla (llame castellano a un leonés y le saldrán sarpullidos) les unen "los mismos problemas demográficos y económicos", recursos naturales, industrias transformadoras y algo que Bastida cree fundamental: servicios básicos -sanidad y educación- con unos niveles "por encima de la media nacional.

Sin hurgar en el mapa autonómico la esecritora Carmen Gómez Ojea plantea lo que ella denomina la Mancomunidad Galasturcántabra, "basada en el apoyo mutuo", con amplias posibilidades en aquello -mucho- en el que confluyen intereses. Gómez Ojea señala uno, a modo de ejemplo: el Camino de Santiago.

Sacarle partido a la riqueza natural, un tesoro que muchos envidian y, a la vez, una manifiesta asignatura pendiente. El catedrático de Análisis Geográfico Regional, Felipe Fernández García, valora unos espacios naturales "de singular importancia", con sus producciones ganaderas, silvícolas y agrarias "de alta calidad", soportes de, mantenimiento de paisajes "de alto valor natural" y con un importante patrimonio material e inmaterial? "unos recursos que deberían dar respuesta a una demanda solvente local, regional y global".

"La comarca debería ser el nivel inferior de la escala", dice el geógrafo Felipe Fernández. Tiene las ventajas de los municipios (sentido de pertenencia, identidad territorial), con el añadido del potencial de las villas, "prestadoras de bienes y servicios" pero también "espacios de residencia de calidad", capaces de descargar la presión sobre los grandes núcleos de la Ciudad Astur.

Consolidar un área metropolitana nos daría mayor peso específico. Sería -recuerda Javier Fernández- la séptima "ciudad" española y la novena de la península. La nueva articulación territorial es un objetivo pero para ello será necesario mejorar las piezas que conforman esa red global, comenzando por lo que el presidente asturiano llama la malla ferroviaria "para organizar una vigorosa red de cercanías". La realidad nos dice sin embargo, que vamos hacia atrás en ese aspecto.

Cuanto mayor sea el campo de visión más posibilidades tendremos de hacer frente al futuro. Los localismos extremos mutilan. El alcalde de Siero, Ángel García González, alerta sobre "la burocracia que lastra" y plantea una reducción del número de municipios en Asturias.

Pero "el objetivo no debe ser suprimir sin más. Ese cambio es en aras a una mejor eficiencia y gestión y a la reducción de gasto corriente que año tras año se come los presupuestos".

Reducir ayuntamientos sin mermar la identidad de los ciudadanos con su territorio es para muchos la cuadratura del círculo. No para el alcalde sierense "si se abre un debate serio, sosegado y exento de populismo".

Cuando Jesús Sánchez Antuña, alcalde de Langreo, se refiere a lo que será el centro Stephen Hawking para personas con graves capacidades neurológicas habla en clave local pero también es capaz de entender la dimensión del proyecto a nivel asturiano. Un centro de terapia y cuidado pero también "con un objetivo investigador sobre las enfermedades neurológicas".

El secreto está en trascender de lo local pero sin perderlo de vista. Es lo que también pide el alcalde de Oviedo, Wenceslao López, cuando habla de las posibilidades de la antigua fábrica de La Vega, esos 120.000 metros cuadrados "que deben representar un foco estratégico de la innovación en nuestra región" dentro del escenario de la nueva área metropolitana asturiana. "Una nueva fuente de riqueza y empleo para aprovechar las sinergias" del entorno. Como potenciales beneficiarios, más de un millón de asturianos.

Eso se llama globalización, con un pero: "de esa globalización poco o nada se ve en las administraciones", lamenta el alcalde de Siero Ángel García.

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