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JESÚS SANJURJO GONZÁLEZ | Fue secretario de los socialistas asturianos y jefe de personal de Thyssenkrupp | Arquitectura personal (y 2)

"No quería verme en la política con 50 años diciendo sí a cosas"

"Rafael Fernández se resistió a dejar la secretaría de la FSA, tenía una experticia de la que 'los jabalíes' carecíamos"

Jesús Sanjurjo, en Oviedo. IRMA COLLÍN

Jesús Sanjurjo González (Abres, Vegadeo, 1954) fue secretario general de los socialistas asturianos desde septiembre de 1975 hasta 1988, cuando el PSOE gobernaba el país. Fue uno de los redactores del Estatuto de Autonomía y diputado de la Junta General del Principado, donde ejerció de portavoz socialista. En 1988 se retiró de la política y en octubre de 2016 se jubiló como ejecutivo de Thyssenkrupp. Vive en Madrid. Tiene dos hijas y un nieto que le tiene "abuelizado".

-Fue a la mili recién casado.

-Sí. Fue un ataque de romanticismo por parte de los dos, más de María Amor, mi mujer. Queríamos vivir juntos pero fue casarnos e irme a Mallorca.

-¿Cómo la había conocido?

-En la Facultad. Era militante del PCE y siguió siéndolo hasta, más o menos, la crisis de Perlora. Creo que vota al PSOE desde hace muchos años.

-¿Una buena relación entre socialistas y comunistas?

-Yo tenía muy buena relación con Juan Muñiz Zapico, Iglesias Riopedre y Gerardo Iglesias.

-¿Cómo fue su mili?

-En Mallorca, lejísimos. Tenía apuntes de Fonética en la taquilla y un sargento extremeño creía que eran claves que había robado. Fue cuando el primer indulto y había bastantes de ETA político-militar. Los primeros meses fueron malos. La segunda parte fue mejor, con el capitán interesado en preguntarme cómo veía que irían las cosas en España.

-Vuelve de la mili y...

-Me había sustituido Rafael Fernández, llegado de México en el verano de 1976. Mi idea era retomar Filosofía, acabarla, trabajar. Mi mujer estaba acabando la carrera, teníamos alquilado un piso en Gijón. Pero se estaba celebrando un congreso y mis amigos me metieron en un puesto de relaciones políticas con mi nombre falso, Carlos. No podía ejercer cargo político porque aún era militar. Me resistí poco. Mi mujer se enfadó bastante, con razón.

-Fue su primer empleo...

-De aquella manera. En las elecciones salimos la fuerza mayor de la izquierda. En 1975 no lo hubiera podido imaginar. En 1974 había trescientos militantes; en 1977, siete mil.

-¿Objetivo?

-Reemplazar a Rafael, con el que los jóvenes impulsores teníamos poca sintonía. Pretendíamos hacerlo bien. Salió la expectativa de la preautonomía y le dimos el apoyo para cuando llegara el momento. Entonces él era senador.

-¿Se resistió mucho?

-Se resistió. Tenía una experticia política de la que "los jabalíes" -como decía Pura Tomás- carecíamos. Hacía de la necesidad virtud y marchó porque la vida partidaria no era su papel.

-Vuelve a ser secretario general de la FSA en primavera de 1978. ¿Cómo era el partido?

-Tenía muchas carencias y bastantes activos. Había un nivel de cuadros relevante pero insuficiente para lo que iba a requerir gobernar el país, autonomías y municipios. Era atractivo para los que se entregan y para los que ven una oportunidad de crecimiento personal.

-Tres que se entregaron.

-Pedro de Silva, Luis Martínez Noval y Bernardo Fernández.

-Tres medradores.

-No me gusta singularizar en esto. Hubo gente que recibió más de lo que contribuyó. La política socialista asturiana, pese al galipote que se quiso echar, la practicó gente esencialmente honesta.

-¿Cuándo empezó a pasarlo mal como secretario general?

-Mi idea era que no sobraba nadie y había que abrir a más gente. Fuimos muy generosos con los comunistas que salieron de Perlora y con los que venían de partidos de la extrema izquierda. Me di cuenta de que era complicado el acuerdo en el reparto del poder a pesar de que no hubiera diferencias estratégicas. En mi primer congreso, en Perlora, no pude realizar mi idea de incorporar a personas relevantes de la nomenclatura de UGT, como José Manuel Suárez, al que aprecio mucho, que se negó hasta el final.

-Ya era distinto todo.

-Sí. Sobre todo a partir del "acondicionamiento".

-¿Qué es eso?

-Es la forma en que José Ángel Fernández Villa, secretario general del SOMA-UGT, decía condicionamiento para referirse a ejercer el poder y trasladar que se está en condiciones de demostrar, dentro y fuera del partido, que se puede ejercer. Una mala praxis.

-Valore a Villa ahora.

-Nunca sospeché que no era honesto en el manejo del dinero. No digo en otros casos. Fue una gran sorpresa y decepción.

-¿Y aparte de eso?

-Su trayectoria está llena de claroscuros. Se hizo con el liderazgo social y político de las cuencas mineras y condicionó la toma de decisiones de los agentes que tenían la competencia para hacerlo durante años. Eso es complejo, significa décadas de bienestar para un número importante de gente. A partir de ahí no comparto su forma de ejercer el liderazgo.

-¿Cuando lo tuvo que compartir cómo lo pasó?

-Por momentos, bien; la mayor parte del tiempo, regular.

-¿Por qué dejó la secretaría general en 1988?

-En el congreso anterior, 1986, ya tenía firme voluntad de dejarla, no lo hice porque no había alternativa clara. En la política, la profesionalidad es necesaria, pero no quería ser un político profesional. No me veía con 50 años teniendo que decir sí a cosas.

-¿Mandaba y tenía que decir sí?

-Nunca a nada de lo que no estuviera sustancialmente convencido.

-Se fue a la empresa privada, donde no es fácil decir no.

-Es verdad, es casi imposible, pero tuve suerte, nunca tuve la necesidad de hacer nada que violentase mis creencias. No quise ir a una empresa pública, me parecía una extensión de la política.

-Trabajó tres años en la cristalería Dirsa. ¿Cómo se adaptó a que no le sonara el teléfono?

-Con alivio y sin añoranza. Evidentemente, una vida profesional limitada limita también tus actividades sociales y personales. Notas el minusvalor de que tu actividad ya no te permite relacionarte con gente que te aporta ideas y valores que te interesan. A finales de 1991 pasé a Thyssen, a otra dimensión, otras lógicas y otros escenarios, pero las claves del buen hacer están muy vinculadas a buenos equipos y a liderazgo, y de eso sabía algo.

-Multinacional, globalización no eran palabras cercanas a su orígenes ideológicos. Y se dedicó al personal.

-La empresa es alemana y de cultura alemana, y determinados principios son próximos a la socialdemocracia. Thyssenkrupp es renana y estandarte del capitalismo renano, núcleo de la cogestión, el Estado del bienestar, la cohesión social, los derechos sociales reconocidos, la participación de los trabajadores en las decisiones de la empresa... No trabajé en una cultura antisindical y eso me facilitó mucho las cosas.

-¿Fue un padre presente?

-Sí.

-¿Qué tal siente que le ha tratado la vida hasta ahora?

-Bien. Mis hermanos y yo tuvimos un comienzo duro, pero nos creó la idea de que es importante ayudar para ser ayudado y tener capacidad de resistencia.

-¿Cómo ve Asturias?

-Es una región pequeña, preciosa, con muchas posibilidades de disfrute, que conserva los comportamientos y carencias colectivas de tiempo atrás: ombliguismo, endogamia y falta de perspectiva de lo que ocurre fuera.

-Felipe González ahora.

-Con muchos más años y no pasan en balde. Ha contribuido decisivamente a lo que tiene de bueno este país y sigue siendo un socialdemócrata convencido que cree que la cohesión social y el reequilibrio de rentas son objetivos primordiales de una acción de gobierno, pero no siempre lo deja claro.

-Pedro Sánchez.

-Respeto a la persona, que no conozco. Es el peor secretario general que he conocido.

-Rodríguez Zapatero.

-Tenía un proyecto claro de avance rotundo en derechos civiles y no un proyecto claro respecto al modelo territorial español y no supo anticiparse a la crisis.

-El socialismo hoy.

-Soy más conservador que a los 20 años, pero sigo pensando que el socialismo democrático es la única ideología capaz de situar como objetivos centrales la igualdad y la libertad. El modelo tenía mucho que ver con una redistribución de la riqueza que venía de políticas fiscales que hoy puede torpedear la parte de la sociedad que debe contribuir más. El Estado del bienestar es muy difícil con una política fiscal limitada.

-Podemos.

-Están en la política desde la resistencia y la traducción del resentimiento en activo político.

-¿Sin causa?

-La crisis económica y los problemas del mal uso de la gestión pública explican ese resentimiento aunque no lo legitiman.

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