Salió con Javier Ledo Ovide durante cuatro meses y no le quedaron muchas ganas de repetir. "Lo he pasado muy mal con él, me agobió mucho, no dejaba de llamarme para insultarme, me maltrataba psicológicamente y un día armó un espolín en un bar y llegó a hacerme un corte en una mano. Está muy mal", asegura esta mujer gijonesa, madre de un hijo, a la que no le extraña lo que ha ocurrido. "Le tengo mucho miedo y respeto. Le creo muy capaz de haber matado a Paz", añade convencida.

La mujer describe a un individuo que pierde los papeles cuando empina el codo. "Bebe mucho y también esnifa cocaína. No es buena persona", asegura. Y un tanto mezquino. "Mi hijo, que es aún pequeño, solía dormir conmigo. Una vez lo convenció para que durmiese solo pagándole 200 euros, para poder meterse en mi cama. Pasta tiene, pero no sé de dónde la sacará. Vende fabas y madera, pero trabajar, no trabaja. Es un poco fantasma", asegura.

A la que dice que también le dio bastante mala vida fue a su exmujer, a la que dice que maltrató y llegó a amenazarla de muerte. "Estuvo preso por eso", añade. Por tanto, asegura, es muy capaz de haber matado a la gijonesa Paz Fernández Borrego.

Lo que tiene claro además es que tanto la mujer asesinada como Javier Ledo eran pareja. "Estaban juntos, dormían juntos. En una ocasión me dijo que trabajaba para él en la prostitución. Quiso meterla en mi casa, pero le dije que no. Se portó fatal conmigo y con mi hijo", dice la mujer. "Cuando me enteré de lo de Paz lo primero que dije fue: 'Fijo que fue él'. Es un buen mentiroso. Se le da muy bien", afirma. No siente piedad alguna hacía él: "Si fue él quien la mató, que acarree con las consecuencias".

El asunto de la agresión que sufrió a manos de Javier Ledo Ovide llegó a juicio, pero él "convenció a los testigos para que no dijesen la verdad y salió absuelto. Se le da muy bien comer la cabeza a los demás". En aquel incidente le destrozó, dice, el teléfono móvil y se quedó sin él.

Las cosas que el ahora detenido por la muerte de Paz Fernández declaró ante LA NUEVA ESPAÑA le hacen bastante gracia. "Eso de que no puede conducir con la escayola es mentira, porque yo le he visto hacerlo sin mayores problemas". Por tanto, cree que pudo usar el coche para trasladar el cadáver de la asesinada.

Otra amiga de Ledo Ovide es un poco más indulgente con el presunto asesino. "Es muy fuerte, no damos crédito, era muy nervioso y acelerado, estaba un poco descentrado, no le veo capaz de hacer una aberración semejante", asegura esta mujer, que se muestra comprensiva con sus circunstancias. "A raíz de la separación de su mujer entró en depresión, pero o no tomaba la medicación o la tomaba y la mezclaba con alcohol y entonces perdía el oremus. Andaba un poco perdido. Estaba pasando una mala temporada", asegura.

Tras separarse regresó al pueblo y se puso a cuidar de su padre con Alzheimer y su madre. Intentó al parecer suicidarse y sus hermanas, que no paraban de ayudarle, querían meterlo en un centro para que se desintoxicase del alcohol y demás sustancias. "Con el tema de las fabas comenzó a animarse un poco y a ver un poco de dinero", añadió su conocida.

Javier Ledo "daba un poco de pena, se le veía un poco solo, sin cariño". Se sabía, añadió, que se veía con Paz Fernández. "Se llevaba bien con ella, pero decía que, después de lo de su mujer, no se quería volver a enamorar. Él decía que la apreciaba mucho. En la caravana de ella debió haber algo entre ambos. Llegó a decirme que Paz era prostituta, pero que con él era buena y que él no se metía en la vida de los demás", asegura esta mujer. Con las amigas no se propasaba, ni era el típico rijoso. "No intentó nunca nada. Alguna vez soltó algo así como 'eres un cielo', pero no pasó de ahí", añade. Su detención ha dejado a sus conocidos en un mar de confusión.