Dijo "te voy a romper dos costillas, cabrón", y cumplió. Fueron dos, a puñetazos y, "haciendo ventosa con las manos", también los tímpanos. "Llegué ante el juez echando sangre por los oídos". Fausto Sánchez retrocedió ayer un rato hasta 1969 para ilustrar los antecedentes de hecho de las tres querellas que él, su compañero Vicente Gutiérrez Solís y Gerardo Iglesias, exsecretario general del Partido Comunista y fundador de IU, han presentado ante los juzgados de Oviedo por delitos de lesa humanidad en concurrencia con torturas contra el exinspector de la policía franquista Pascual Honrado de la Fuente, según el retrato de Iglesias "un auténtico bestia", uno de "los muchos verdugos que rodeaban al siniestro comisario Claudio Ramos" en la Brigada Político Social de Oviedo.

Es también uno de los reclamados por la jueza María Servini en el proceso abierto en Argentina contra los crímenes del franquismo, y como Antonio González Pacheco, "Billy el Niño", uno de los altos cargos policiales de la dictadura que además de un historial de denuncias por torturas tiene un par de condecoraciones al mérito policial. Honrado recibió la Gran Cruz con distintivo blanco y rojo y eso es al decir de Iglesias un indicio de "la gran miseria que pesa sobre este país" en el que "vivimos un retroceso autoritario" y "el ministro Zoido se ríe cuando se le pide que le retire la medalla a 'Billy el Niño'".

Las acciones judiciales siguen la estela de otras que tratan de conseguir la revisión judicial de los crímenes no castigados de la dictadura y que han pinchado en hueso. Los precedentes, los procesos abiertos entre otros contra "Billy el Niño" o el excapitán de la Guardia Civil Jesús Muñecas, han terminado invariablemente en el archivo por la prescripción de los delitos, pero el letrado de los asturianos, Alberto Suárez, sostiene que la entidad de las tropelías cometidas las hace "imprescriptibles". Suárez alude también a la negativa del Gobierno a extraditar a Argentina a los encausados y a la vigencia en este caso del principio judicial de "si no extraditas, juzga".

Gerardo Iglesias siguió un hilo que lleva del franquismo al presente para sostener que todo este movimiento en busca de reparación de las víctimas de la dictadura "no es un problema del pasado, como dicen para meternos miedo. Es presente, las heridas están abiertas". Llegó así hasta la moción de censura que ayer se debatió en el Congreso para asegurar que "el problema de corrupción institucional generalizada tiene muchísimo que ver con lo que fue el franquismo". El problema es la Transición su juicio fallida que se hizo, dice, "sin cambiar nada" y este presente gobernado aún por el PP de "los herederos del franquismo".