En la recta final por el "Pueblo ejemplar" corren 32 candidaturas de 28 concejos. A las dos de esta tarde, la Fundación Princesa de Asturias fallará la vigésima novena edición del premio que otorga la recompensa de la visita de los reyes en octubre y que gratifica, rezan sus bases, a la colectividad humana que se distinga en "la defensa y conservación de su entorno natural, ambiental, de su patrimonio histórico, cultural o artístico, en iniciativas de impulso económico y social o en la realización de obras comunales u otras manifestaciones de solidaridad sobresalientes". Creen encajar en la definición 32 localidades o colectivos vecinales que superan ampliamente a los que llegaron a la última criba del jurado el año pasado -eran 25- y al menos los dos anteriores -fueron 20 y 18-. Casi la mitad de ellos, diecisiete, ya estaban en la nómina de aspirantes al premio de 2017.

La pelea está servida por suceder en el palmarés a Poreñu (Villaviciosa), al que su "potente" actividad asociativa le valió el año pasado la retribución de la visita real después de seis años de perseverancia. Entre los 32 que seguirán en vilo las deliberaciones del jurado, que se reúne esta mañana en Oviedo, hay mayoría en las alas, con diez radicados en el oriente y siete localizados al occidente. Además, la lista también tiene nueve aspirantes en el eje central de la región sin contar los seis que vienen de las comarcas mineras y ofrece de este modo una aceptable representación geográfica de la región en 28 municipios, lo que significa que optan a la dignidad del premio, y a la visita real para la entrega del galardón, localidades o colectivos de uno de cada tres municipios asturianos. Repiten con dos aspirantes los de Llanes, que presenta a Posada y Cue; Piloña, que opta con la Asociación Ríu Fontoria y Coya; Siero, con Valdesoto y Lugones, y Langreo, suyas las candidaturas de Trapa-La Vega y el Carmen y el Valle de Samuño.

En la carrera previa hay camisetas y carteles, discursos de apoyo y actos de reafirmación colectiva. Hay quien ha apelado a la constancia de sus catorce intentos -como Valdesoto y Lugones-, quien ha ideado proyectos como la decoración pictórica de sus marquesinas de autobús -la parroquia gozoniega de Laviana- o quien ha optado por buscar el aval de la celebridad, como los piloñeses de la asociación Ríu Fontoria, radicada en Areñes, a la que apoya el cantante ovetense Melendi. Sus vecinos de Coya tratan de hacer valer su apego a las tradiciones y a su condición de origen del Descenso del Sella y Coviella (Cangas de Onís), la rareza del incremento de su población en tiempos de hondo retroceso de la Asturias rural. Moal, en Cangas del Narcea, quiere ser ejemplo de unión y en la parroquia de San Cucufate (Llanera) dicen que son "como un árbol. Crecemos arraigados a la tierra".

Se repite mucho la unión cuando el argumentario es el de la candidatura de Somao, en Pravia, y en Caso concurren por primera vez como concejo agarrados a la baza del compromiso con la defensa y protección de su entorno natural. El Aula Vital de Yernes y Tameza se aferra a su singular propuesta medioambiental, el Valle de Samuño es la reinterpretación del patrimonio industrial y Riosa el apego a eso mismo y a las gestas deportivas del Angliru pero Navia también luce su distintivo de Villa Europea del Deporte. Pesoz repite haciendo ver la lucha por la supervivencia. La asociación cultural "Iglesia de Moru", de Nocéu (Ribadesella) pelea sin ayuda para mantener en pie el templo de San Salvador y otro San Salvador, el de Valdediós, opta de la mano de las carmelitas que habitan el monasterio para tratar de dar realce a su joya arquitectónica.

Se presenta Pimiango evocando el apego a su historia como lugar de paso del séquito de Carlos V, o Asiegu con la devoción a la tradición de lo rural. Están Salas y Pola de Allande, que comparten cultura vaqueira y Camino de Santiago; Santa María del Puerto con la bandera de la cultura agraria, Suarías con la de la conservación de la música tradicional y Banduxu y Pelúgano, y acaso también el valle mierense de Cuna, con la de la conservación del patrimonio cultural y etnográfico. Onís lleva como lema su condición de "corazón de los Picos de Europa", Fitoria exhibe la defensa de la tradición a dos pasos del centro de Oviedo y El Franco el acerbo marinero y cultural de un occidente necesitado.