El susto y la consternación provocada por el accidente no impidieron que la vida siguiese en Cudillero, ni que la línea de autobús que enlaza la localidad con Gijón siguiese activa. Sin embargo, recobrar la normalidad resultaba difícil. Primero, para los propios conductores de la empresa Alsa, que ayer realizaban su trabajo con gesto serio, seguramente por lo duro del suceso y por la preocupación por el estado de salud de su compañero; también para los pasajeros locales, que en la parada de la calle Juan Antonio Bravo -en la imagen, con un autobús que cubre la misma línea del vehículo accidentado- aguardaban con ansia noticias sobre la identidad de fallecidos y heridos. Finalmente, ninguno era de la localidad.