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Me quedo en el pueblo | Viobes

Emprender en pareja

Rodrigo Llera y Lorena Morís apuestan por la vida en el campo con su plantación de arándanos y sus mermeladas caseras en Nava

Rodrigo Llera Cuétara, en su plantación de arándanos en Viobes (Nava). ANA PAZ PAREDES

Rodrigo Llera Cuétara y Lorena Morís Llera son una pareja emprendedora y amante del campo, en el que viven. El primero, natural de Peñamellera Baja, siempre supo que lo suyo era vivir y trabajar en el medio rural. "Mi familia vino a vivir a Villaviciosa. Yo estudié, entre otras cosas, un módulo de Gestión de Recursos Naturales y Paisajísticos, que ya no existe, en Luces. Terminé en 2012 y no me salía nada de trabajo, ya sabes, si no tienes experiencia aún es más difícil. Comencé a conocer el mundo de los arándanos, a los agricultores, las plantaciones, y en 2013 me animé a poner en marcha mi plantación en Viobes. Compramos la finca, que tiene cinco hectáreas, aunque plantadas de arándanos tenemos dos", dice. Junto a él, mano a mano, está su pareja, Lorena Morís, otra enamorada de la vida rural y que, además de echar una mano en el llagar familiar, Los Gemelos, en Villaviciosa, en cuanto se la necesita combina su trabajo cuidando a diario a un niño con el apoyo y la ayuda a su novio en la plantación. De ella surgió la idea de elaborar sus primeras mermeladas con la fruta sobrante del año pasado y, este año, crear un nuevo sabor con su mermelada de sidra, todo ello bajo el nombre La Fabariega, como se conoce a su vez esta plantación naveta. "Yo estudié Informática y aquí estoy dedicada a otras cosas, pero siempre intentando salir adelante en el campo. Vivo en Quintes y no cambio vivir donde lo hago por nada. Mi ilusión siempre fue vivir en un pueblo y por ello trabajo y lucho. Tanto Rodrigo como yo somos de la misma opinión y tenemos el mismo objetivo. Sabemos que no es fácil, pero trabajamos para lograrlo", señala mientras muestra las mermeladas que producen.

La plantación cuenta con variedades más tempranas, de media estación y más tardías. "Tenemos fruta desde mediados de junio a mediados de septiembre. El resto del año lo que toca son todos los cuidados de la plantación, podas, abonados, etcétera. Estoy en el quinto año, me quedan dos para alcanzar la producción plena", señala este joven, que tiene las ideas muy claras y es buen conocedor de la realidad que vive.

A la hora de emprender en el medio rural recuerda que meterse en el campo hoy tiene un coste muy elevado. La gente tiene que tener claro que en esto hay que echar muchas horas, que no es un trabajo fácil porque dependes de la meteorología; tener mano de obra para la recogida del fruto no es tarea fácil y, además, existe una burocracia excesiva, además del abandono generalizado que vive el campo en cuanto al mantenimiento de carreteras o de pueblos, por citar algunos ejemplos. "Los productores de arándanos somos pocos y estamos muy dispersos. Yo sería partidario de que para luchar por lo nuestro, en vez de pequeñas cooperativas de zona, se crease una cooperativa regional que nos aglutinase a todos", reclama.

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