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Directora de la Fundación Princesa de Asturias

Teresa Sanjurjo: "Como madre, comprendo la necesidad de la Reina de medir los tiempos con Leonor"

"La alfombra azul es llamativa y nos encanta que la gente se ponga elegante, pero lo importante es lo que nos enseñan los premiados"

Teresa Sanjurjo, directora de la Fundación Princesa de Astrias: "La alfombra azul es un elemento accesorio, lo imporante es lo que nos enseñan los premiados"

Teresa Sanjurjo, directora de la Fundación Princesa de Astrias: "La alfombra azul es un elemento accesorio, lo imporante es lo que nos enseñan los premiados"

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Teresa Sanjurjo, directora de la Fundación Princesa de Astrias: "La alfombra azul es un elemento accesorio, lo imporante es lo que nos enseñan los premiados" Tino Pertierra

El sol entra a raudales en el despacho de Teresa Sanjurjo, directora de la Fundación Princesa de Asturias. Un buen presagio en el umbral de la cuenta atrás para la gran semana de los Premios, que culminará el viernes 19 en el teatro Campoamor de Oviedo.

- ¿Qué tal duerme?

-Bien, en general, pero según pasan los días el tema empeora. Y me despierto varias veces. No tengo pesadillas, pero la sensación es de que tenemos tantas cosas bullendo en la cabeza que no acabas de relajarte. No son nervios, pero sí es una situación de alerta permanente.

- ¿Y cómo se distrae?

-No busco la distracción. Estamos muy concentrados en lo que estamos, faltan pocos días, hay mil detalles y el tiempo libre lo dedico a mi marido y a mis hijos (de 4 y 10 años). Eso no lo llamaría distracción, ¿verdad?

(El más pequeño echa de menos a su madre y no entiende que se vaya tantas veces "sólo un rato a trabajar", ¡cuántos ratos trabaja! Él y su hermano no lo saben aún, pero cuando acabe la vorágine de los Premios les espera un viaje sorpresa. Palabra de madre).

- La Princesa de Asturias, en Covadonga. Por fin.

-Me emocionó mucho la imagen de Sus Majestades y la Princesa y la Infanta enfrente de la estatua de Pelayo. La niña tuvo un comportamiento perfecto, estaba intentando empaparse de todo lo que pasaba, comprender la trascendencia del momento. Ya estaba imbuida del espíritu asturiano, es muy consciente, y lo veremos a medida que pasen los años.

- ¿Está más cerca verla en el Campoamor?

-Cada año está un año más cerca (ríe). No sé si el próximo. No depende de mí, lo cual es cierto, y no lo sé, que también es cierto.

- ¿Y como madre comparte esa preocupación de la Reina Letizia por preservar a la niña de la exposición mediática?

-Es importante poner en contexto lo que significan los Premios hoy y lo que eran en 1981. Estamos hablando de 800 o 900 periodistas acreditados, es una exposición enorme. Yo, como madre, tendería a esperar el momento óptimo para mi hijo. Comprendo esa necesidad de medir los tiempos.

- ¿Se muerde la lengua para no apoyar a algún candidato que le guste especialmente?

-Por supuesto que me la muerdo. Los jurados son independientes. Tenemos un proceso muy trabajado y riguroso para llegar a unos buenos Premios.

- ¿Le lleva tiempo elegir estilismo para la ceremonia?

-No lo llamaría ni estilismo. El fin de semana me organizaré. Tengo una representación institucional y debo ir como yo considero que tengo que ir, ni llamando la atención, ni mal ni bien, discreta. Correcta y punto. Hay mucha gente más interesante que yo sobre la que opinar, y con más repercusión.

- ¿Alfombra azul, sí, pero lo esencial es desplegar cultura?

-Eso se potencia. El fin último de la Fundación es ofrecer a través de la figura de los premiados unos modelos de excelencia, unas trayectorias vitales o institucionales que resuman lo mejor de lo que las personas somos capaces. Para poner al alcance de la sociedad esos modelos desarrollamos la semana de los Premios. La alfombra azul es muy llamativa y nos encanta que la gente se ponga elegante y le dé importancia a los Premios para arreglarse y para venir, pero eso no es lo esencial. Lo importante es lo que nos enseñan nuestros premiados. Y como el teatro tiene solamente 1.313 butacas hábiles, nosotros ponemos más empeño en programar una semana para que todos los interesados puedan decir: ah, por eso esta persona o esta institución ha ganado.

- ¿Ese foro reducido genera tensiones?

-Genera toda la tensión, sí. Tenemos unos criterios para que el mayor número de personas e instituciones tengan la oportunidad, al menos una vez, de asistir a la ceremonia.

- Imagine que entra por esa puerta alguien hostil.

-Respetamos las opiniones discrepantes. Y seguimos trabajando. Siempre estamos donde estamos. Creemos en lo que hacemos y que los Premios son del conjunto de la sociedad. Que aportan valores. Los críticos tienen derecho a serlo. Y tendrán sus razones.

- ¿Han perdido fuelle los rechazos, sobre todo de alguna parte del tripartito ovetense?

-Tenemos muy buena relación con el Ayuntamiento, tanto institucional como personal. No tengo más que palabras de gratitud.

- ¿Había suspense sobre Fred Vargas, que no viene?

-Nos ha apenado mucho. Nos escribió una carta conmovedora explicándonos sus razones, que respetamos y que entran en el campo de la confidencialidad. Y nos alegramos de tenerla en los premiados.

- Se apuesta por la Fábrica de Armas este año con la "Fábrica Scorsese".

-Llevamos muchos años ya aprovechando determinados perfiles de premiados para organizar ciclos redescubriendo a la ciudadanía espacios ocultos o en desuso, y vimos que atrae al público. Este año nos decidimos por la Fábrica y esperemos que el público lo disfrute. ¡Y que vaya abrigado, por favor!

- ¿Le pondrá nerviosa conocer a algún premiado?

-No soy nada mitómana. Me doy cuenta de lo afortunada que soy por conocerlos, eso sí. Tengo poquísimo tiempo para hablar con ellos porque son días de locura y voy corriendo de un sitio a otro.

- ¿Se lleva sorpresas?

-Descubres muchas cosas en todos. Es interesante la diferencia que hay entre la proyección pública de una persona y su carácter cercano. Leonard Cohen era una persona sencillísima y encantadora. El maestro Muti es tan italiano, tan expansivo, tan emocional, tan genial... Annie Leibovitz, de un trato tan fácil. O el entusiasmo de Mary Beard... Aprendes de todos.

- ¿Y Asturias les sorprende?

-Es un descubrimiento grande. No Asturias, porque ya estaba en el mapa muchísimo antes de que existiera la Fundación, pero sí cómo les arropa la sociedad, qué entusiasmo hay en los actos a los que asisten, cómo es la ceremonia tan solemne pero a la vez cálida, la proximidad con los Reyes... Y se establece un vínculo emocional que pervive después. En muchísimos casos es un flechazo.

- Renovación de jurados. ¿Más juventud, más mujeres?

-Llevamos ya muchos años en este proceso paulatino, porque no puedes tener un jurado nuevo de un momento a otro. Ningún miembro puede ser convocado más de cuatro años consecutivos salvo los premiados de ediciones anteriores y los patronos. Es una medida que a veces te hace lamentar la pérdida de muchos jurados, pero es buena porque da una rotación para que entren otras perspectivas, mayor diversidad de formación, género, disciplinas... Enriquece mucho las deliberaciones.

- ¿Le sorprendió la polémica con el alpinista Wielicki por su supuesta negativa a ayudar al rescate de una expedición?

-Después de ver en qué consistía el tema, analizar lo que pasó y hablar con expertos, me pareció una cuestión menor.

- El próximo año, diez años de directora. ¿Se ve de presidenta del patronato algún día?

-No, ni se me ocurre. Lo que no sé es cómo han podido pasar estos años tan rápido. Me acuerdo de los primeros Premios y que hayan pasado no me lo puedo ni creer. ¿Cómo era entonces? Es difícil evaluarse a una misma. Recuerdo mucha tensión y la intención clara de captarlo todo y hacerme la mejor idea posible. Lo tomé de observación, no se me ocurrió la osadía de decir: aquí vengo a cambiar la Fundación. Tuve meteduras de pata, pero no las voy a contar yo... Y las sigo teniendo, pero procuro reducirlas al mínimo y no repetirlas. ¡En esto no puedo equivocarme, que sea en otra cosa por favor!

- ¿Se emociona mucho?

-Muchísimas veces, tanto que a veces me digo: contrólate, Teresa, que tienes que bajar la intensidad. Por ejemplo, cuando entro en el acto de los clubes de lectura. Me llega. Una fiesta de la cultura. O con los niños de "Toma la palabra". Esa naturalidad? Recuerdo el año de Hugh Herr. Llevaba pantalón largo. Los niños van sin filtro y uno se agachó y se quedó mirando sus piernas biónicas. Él se arremangó la pernera, ¡haaaala!, exclamaron, y todos agachados a mirar. Le dieron un aplauso enorme y le vitorearon. Él se emocionó tanto que? Vaya, también me emociono ahora recordándolo. Yo pensaba: qué ejemplo están recibiendo estos niños de superación de la adversidad, de naturalidad. Maravilloso.

- ¿No apunta esas emociones en un diario?

-Prefiero no llevarlo. No vaya a ser?

Teresa Sanjurjo: "Como madre comprendo la necesidad de la Reina de medir los tiempos con Leonor"

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