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"Son perros nobles", dice la avilesina que trajo a España la raza del suceso de Madrid

"Llevo 40 años con ellos y nunca me hicieron un mal gesto", cuenta Gemma Fernández, que apunta a malas prácticas en algunos cruces

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La avilesina que cría perros Dogo de Burdeos: “Jamás uno de mis perros tuvo un mal gesto conmigo”

A la avilesina Gema Fernández le sorprende que fuesen dos perros dogo de Burdeos los que atacasen mortalmente a dos mujeres en un chalé de la localidad madrileña de Colmenar de Oreja. O quizás no tanto, puesto que conoce muy bien la raza -a su casa llegó el primer can de este tipo en España- pero también sabe que "algunos que hacen cruces" no miran por el carácter como debieran. En cualquier caso, esta asturiana amante de estos animales marrones de pecho ancho, mandíbula poderosa y morro arrugado, defiende que "es una de las razas más antiguas que existen, equilibrada, noble, cariñosa".

"Llevo cuarenta años en mi casa con ellos y jamás un perro mío tuvo un mal gesto conmigo... Luego hay dogos que no son tal, son mezcla, que se venden por internet, ya no son los auténticos", explica sin saber que, efectivamente, después saltó la noticia de que los perros del ataque de Madrid -que mataron a mordiscos a su dueña, Luisa Pozas, de 57 años, y luego atacaron mortalmente en la yugular a su hija Eva, de 40- "seguramente" tengan algún cruce con otra raza.

Fernández habla con la voz de la experiencia, tras cuatro décadas conviviendo con ellos. A su casa llegó el primer dogo de Burdeos en España y de su finca salió el cachorro que ahora corretea por la vivienda de Lionel Messi. "El primero que hubo en la península fue nuestra perra, Tea de Domaines de Sources", cuenta la vecina de Miranda (Avilés), amante de esta raza junto a su marido Tomás Pinto, primer juez especialista de dogo de Burdeos en España.

Todo arranca décadas atrás. "El primer contacto que tuvimos con la raza fue en 1980. No había aún esta afición al pedigrí, simplemente había perros en los pueblos. Mi marido hizo la mili en Melilla y allí había un mando que tenía un bóxer. Y a él, que le gustaron los animales, le llamaron la atención, no había muchos en España. Cuando vino de la mili y formamos una familia pensó en hacerse con un bóxer, pero compró un libro de perros y vio un dogo de Burdeos", narra Gema Fernández. Ahí nació una historia de pasión por estos animales, que estos días copan titulares por el suceso trágico en el chalé madrileño, donde había más perros que los dos que supuestamente atacaron a las mujeres fallecidas.

La avilesina prosigue con su historia. "Como era un poco aventurero, cogimos un Renault 12 y fuimos a Burdeos a buscarlo. Nadie lo conocía. Había muy pocos, estaban en mansiones. No era una popular. Después de andar por toda la ciudad, entramos en una tienda de animales que nos dio la dirección de un criador", narra. A partir de ahí, fue creciendo la "familia", hasta tener los doce que habitualmente corretean por la finca avilesina.

Fernández aclara: "Cuando empezamos con esta historia éramos cuatro y nos conocíamos; ahora hay tanta gente criando que ya ni sé. La crianza de una raza, aparte de la belleza, hay que ser consecuente y conocer los cruces que se hacen. Si hay un perro con malas prácticas, de mordida fácil, ya no lo puedes cruzar. Cuando las cosas se hacen bien, salen bien. Si se hace solo para sacar dinero, haces de todo". Y pone un ejemplo: "Pasó un poco con el Rottwailer. Es una raza hecha por el ser humano, se le pide que tenga ese punto de carácter. Si tiene ese carácter y eres dueño debes ser responsable. Pero cuanto más se cruzaba, se animaba a tener perros más agresivos. Hay mucho adiestrador aficionado que los hace así. Luego ven a una persona con una muleta... Y atacan".

Lo que no entiende Gema Fernández es que el dogo de Burdeos sea incluido en algunas regiones -como Comunidad Valenciana o Cataluña- como raza potencialmente peligrosa. "Qué conocimientos tienen para saber si lo es o no, porque lleva existiendo toda la vida y tendrá que haber una estadística", replica rodeada de media docena de estos perros, que se abalanzan sobre ella... Pero para achucharla.

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