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El cambio climático enfada al Cantábrico

El asturiano Íñigo J. Losada demuestra, con investigadores cántabros, que el aumento de temperatura ocasiona olas más bravas

Íñigo J. Losada.

Aumento de la temperatura del agua y aumento del nivel del mar. Eran las dos certezas que, hasta ahora, tenían los investigadores sobre el efecto del calentamiento global en los océanos. Ahora tienen otra más: que también hay una correlación directa con el aumento de la energía de las olas. Es decir, que igual esos destrozos reiterados en algunas zonas costeras asturianas, más habituales en las últimas décadas de lo que lo habían sido en los últimos siglos, tienen más que ver con el calentamiento global que con los caprichos de la naturaleza, aunque los investigadores no se atrevan a ir tan allá en sus afirmaciones.

Lo que sí figura expresamente en el estudio que acaba de publicarse en "Nature Communications" es que la energía de las olas del océano ha estado creciendo a nivel global a razón de un incremento de un 0,4% anual desde 1948 y que ese aumento está asociado con el calentamiento en las capas superficiales del océano. Es la tesis que firman un grupo de investigadores del Instituto de Hidráulica Ambiental de la Universidad de Cantabria, entre los que se encuentra Íñigo J. Losada, catedrático de origen asturiano -toda su familia es de Luarca, aunque él nació en Bilbao, y además está casado con una ovetense- y director de investigación del citado Instituto.

Asegura Losada que el enfoque sobre la energía de las olas es novedoso respecto a lo que se venía trabajando hasta ahora. "Sabemos que el oleaje es un factor determinante en la erosión de las playas y las dunas, en la operatividad de los puertos o en la funcionalidad y estabilidad de las estructuras de protección, además de ser un componente adicional de la inundación. Por ello, ya desde hace años estábamos estudiando los cambios que se estaban produciendo en la dirección, altura y periodo de las olas en varias partes del mundo", explica. De hecho, así lo hicieron en el estudio que llevaron a cabo en Asturias, hace pocos años, para el Ministerio para la Transición Ecológica. Hasta ahora, dice, siempre el foco había estado en los cambios de altura de ola en los diferentes océanos, "pero nunca lo habíamos puesto sobre la energía del oleaje". Una energía, explica, que integra más aspectos que meramente la altura de la ola "y es lo que mejor representa la transmisión de energía del viento a la superficie del mar".

Con la prudencia que caracteriza a los investigadores, pero con la evidencia de que se llevan acumuladas seis décadas de incremento paulatino de la energía de las olas por el calentamiento global, para Íñigo J. Losada lo que es innegable es que "por pequeños que sean los cambios en el oleaje, el efecto conjunto con el aumento del nivel medio del mar dará lugar a daños más frecuentes en las infraestructuras costeras a no ser que tomemos medidas al respecto". Y no sólo en infraestructuras, sostiene el experto: "El aumento en la intensidad del oleaje también tiene incidencia para los ecosistemas costeros. El oleaje más intenso puede producir daños sobre el hábitat de muchas especies o incluso producir una mayor mortalidad de las algas y otras especies radicadas en la costa".

Así, de hecho, consta en el estudio que firma como autor principal Borja G. Reguero -actualmente investigador del Instituto de Ciencias Marinas de la Universidad de California en Santa Cruz-, y el profesor Íñigo Losada como coautor. "Comprender cómo la energía del oleaje responde al calentamiento global tiene implicaciones importantes para los sistemas naturales y socioeconómicos de la costa. De hecho, la acción del oleaje es uno de los principales agentes en la inundación, la erosión, la navegación, el diseño de infraestructuras o la salud y supervivencia de varios ecosistemas marinos".

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