Pedro Luis N. A., el presunto inductor del asesinato del concejal llanisco Javier Ardines en Belmonte de Pría, está completamente hundido, tanto que los responsables de la cárcel de Asturias temen que pueda suicidarse, por lo que ha sido ingresado en la enfermería de centro penitenciario, vigilado por un preso de confianza. Lo primero que pidió fue ponerse en comunicación con su familia. La obsesión que sentía por su esposa es la que le ha llevado a una celda, tras descubrir que su mujer mantenía una relación con Ardines, tras grabarles subrepticiamente en una sidrería. Se reían del esposo engañado y se sorprendían de no haber sido descubiertos en 30 años de relación.

La obsesión de Pedro Luis N. A. por su mujer llegó a tal punto que los investigadores han descubierto que había buscado compulsivamente por internet cómo instalar cámaras de videovigilancia, micrófonos y hasta balizas de localización. Incluso buscó cómo hacer pruebas de ADN, puesto que ya dudaba hasta de que sus hijos fuesen suyos. Los investigadores sospechan que pudo instalar cámaras en su casa para tener vigilada a su mujer. Un comportamiento chocante en alguien que mantenía relaciones extramatrimoniales.

"El problema es ese, tu amor hacia mí no es un amor sincero. No es de mí de quien tú estás enamorada. ¡¡Yo sí!! YO TE AMO", le envió por Whatsapp a su mujer tras saber de su relación con Ardines, según medios digitales. Había entrado en barrena. Otra frase: "Tú eres mi único punto débil, tú y solo tú, lo demás no me importa, no me importa ni mi propia vida".

Unos meses después, su amigo Jesús M. B. lo vio alicaído y le preguntó qué le pasaba. Pedro Luis N. A. se confesó. Luego le pediría que le buscase a alguien para darle una paliza. Jesús M. B le puso en contacto con Djelali B., al que al parecer le hacía falta dinero. Lo contactaron en un café de Otxarkoaga. Djelali dijo que tenía una amigo fuerte para realizar el trabajo, Maamar K. El argelino no quería matar a nadie. Pedro Luis N. A. dejó claro que sólo quería que le "diesen unas hostias". Les adelantó 5.000 euros (luego les pagaría 6.000) y les llevó en su Audi A6 para mostrarles la zona.

Días más tarde, los argelinos volverían a Llanes por sus propios medios. Compraron un bate de béisbol por ocho euros en un chino y llevaron el palo de pala, así como dos sprays de gas pimienta. Llegaron a Belmonte de Pría a las cuatro y media de la mañana. A las seis oyeron el coche de Ardines, tiraron las tres vallas en el camino y se escondieron tras un muro. Cuando Ardines bajó de coche para retirar una de las vallas saltaron sobre él. El concejal usó entonces la valla como escudo, pero le lanzaron el gas y echó a correr en dirección contraria a su casa, tras gritar socorro. Los argelinos le dieron caza y golpearon en la espalda y cayó a plomo. Con él ya en el suelo, siguieron golpeándolo hasta que ya no se movió. Por efecto de los golpes, se le veía el hueso de la rodilla.