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VÍCTOR M. FERNÁNDEZ MARTÍNEZ | Arqueólogo

"Los africanos más jóvenes quieren mayor libertad, no solo un progreso económico"

"Sudán y Etiopía han pasado por conflictos bélicos durante estos años, pero yo nunca he tenido problemas más allá de perderme alguna vez o coger alguna diarrea"

El equipo de Víctor M. Fernández (detrás, en el centro) que excavó las misiones jesuitas de Etiopía junto al lago Tana. ARCHIVO PERSONAL DE V. M. F.

La primera formación de Víctor Manuel Fernández Martínez (Gijón, 1948) fue como ingeniero. Pero en la década de los setenta del siglo pasado, cuando estaba trabajando en Madrid, encontró su vocación en el campo de la Historia. Se sacó la carrera estudiando por las noches y, a finales de la década, entró como profesor en la Universidad Complutense de Madrid y comenzó a excavar, encadenando campañas en África y España. En esta segunda entrega de sus "Memorias" habla de su trayectoria universitaria y de sus campañas en África.

Cambio. "La evolución de la Universidad desde el franquismo a lo que vemos ahora es enorme, ha mejorado muchísimo. El problema actual es que, con los recortes, no ha entrado nadie en mucho tiempo y cuando se convocan puestos de profesor ahora a lo mejor hay veinte para una plaza. Cuando Martín Almagro Basch me cogió a mí, fue porque era el primero que había leído una tesina, no había otro, y esa era una condición necesaria. Ahora, para cualquier puesto se presenta gente con libros y decenas de artículos publicados, es mucho más difícil. Desde siempre, el mayor problema de la Universidad ha sido la endogamia, que suele entrar la gente que ha estudiado y hecho la tesis en el mismo centro. Pero ahora con las normas y baremos que hay, empieza a haber más controles (porque los que pierden pueden recurrir a instancias distintas) y afortunadamente hay más movimiento de unas universidades a otras".

Excavar. "Otra cosa en que he visto progresar es en la excavación, ahora se hace con mejor metodología, usando técnicas y análisis científicos, etcétera, aunque cuando yo empecé la Escuela de Madrid, y en general de los prehistoriadores, era bastante buena y más o menos cumplía con los estándares europeos".

Etiopía. "A comienzos de la década anterior pasé a Etiopía, una zona de la que no se conocía nada, sobre todo porque es dificilísima: una zona de montaña, con mucho calor, muy difícil de trabajar. Estuvimos otros cinco años en dicha década en la frontera con Sudán, un área muy difícil pero muy interesante por las relaciones prehistóricas del altiplano etíope con las llanuras del Sudán y el Sahara. Es una zona con bandidaje y problemas de seguridad, sin ningún servicio y con caminos infernales. Un antiguo alumno, luego colega, Alfredo González-Ruibal, se quedó allí y sigue trabajando con resultados muy interesantes".

J esuitas. "Hace diez-doce años cambié de tercio y he estado trabajando en las misiones jesuitas de Etiopía, situadas en la zona central del país, alrededor del lago Tana. Allí estuvieron los jesuitas casi ochenta años, y en los últimos diez o doce de su presencia allí estaban convencidos de que el país ya estaba convertido al catolicismo (eran ortodoxos, como los coptos de Egipto) y construyeron un montón de cosas. Luego se vio que no: fue un desastre, hubo una guerra civil y los echaron. Pero quedan muchos restos de su presencia en el país, dejaron un montón de monumentos, que están allí, totalmente desconocidos, arruinados: iglesias, palacios, fortificaciones, conducciones de agua... hablamos de 1550 a 1632. Aunque en principio esa no era mi especialidad, había que estudiar esos restos antes de que desaparecieran, sobre todo porque fueron construidos en parte por misioneros españoles, además de portugueses e italianos, con ayuda de técnicos que trajeron de la India".

África. "Pero lo que quería realmente era volver a Etiopía, volver a África. Cuando estás trabajando en África, muchas veces no te interesa tanto la arqueología como África en sí misma. África como continente, sus gentes, esa pobreza que hay, pero que pese a la pobreza son felices, son generosos. Es lo que llaman el 'virus africano', que te pica, te contagia y no tiene cura. Vuelves una y otra vez".

Precauciones. "Nunca tuve problemas en África, más allá de pequeños problemas como perderse, porque hay muy malas comunicaciones, o coger una diarrea de vez en cuando. Etiopía ha pasado por malos momentos, por conflictos bélicos, pero cuando yo fui no había problemas (igual que en Sudán, donde los conflictos bélicos estaban situados en el Sur). Mi amigo, Ruibal, ha ido más al Norte y aquello es tremendo. Hay que tener mucho cuidado, pero tampoco les ha pasado nada importante. Los jesuitas estaban en una zona más alta, más segura, más tranquila, próxima a la capital".

Progreso. "En estos cuarenta años he visto avanzar muchísimo a África. Por ejemplo, cuando fui a Sudán la primera vez no había una sola carretera, y ahora hay carreteras asfaltadas que llegan al Norte. En Etiopía, cuando fui la primera vez, en 2001, salías de Addis Abeba y a los cien kilómetros se acababa la carretera y empezaba la pista de tierra y piedras. El coche iba dando unos tumbos que te volvías loco. Y ahora está casi todo asfaltado. Pero lo que pasa es que hay mucha población, la gente sigue teniendo muchos hijos, no hay control de natalidad y es un problema. Etiopía es el segundo país con más población de África, después de Nigeria".

Democracia. "Algo en lo que África progresa mucho más despacio es en la democratización, apenas hay naciones que sean verdaderas democracias con los estándares actuales. El nuevo primer ministro de Etiopía parece que quiere cambiar el país en ese sentido, pero lo va a tener muy difícil. Ojalá él y otros africanos jóvenes lo consigan porque cuando hablas con la gente ves que todos quieren mayor libertad, no solo progreso económico".

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