Se ve que las autovías castellano-leonesas incitan a pisar el acelerador más de la cuenta. El caso más conocido es el de un vecino de Villayón al que en febrero de 2006 pillaron conduciendo un Audi a 260 kilómetros por hora en la Autovía del Camino de Santiago (A-231), concretamente en la recta que hay entre Melgar de Fernamental y Olmillos de Sasamón. Al final lo absolvieron porque no puso en peligro a nadie. En esa recta cogieron en diciembre de 2017 a un conductor cántabro, que batió el récord del villayonense: 272 kilómetros por hora en un tramo limitado a 120. El primer detenido en Asturias por exceso de velocidad fue un joven la que cazaron en Gijón circulando a 193 kilómetros por hora en un tramo limitado a 80, en enero de 2008. Un año después, sorprendieron a un conductor novel de 18 años circulando a 202 kilómetros por hora en la Autovía del Cantábrico (A-8), a la altura de Soto del Barco. Unos meses después pillaron a un asturiano circulando a 221 kilómetros por hora por la A-66, a la altura de Benavente (Zamora). Y en marzo de 2010, a otro conductor lo cogieron a la misma velocidad por la A-8, a la altura de Colunga.