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Me quedo en el pueblo | Soto de Luiña

Resistencia tras el mostrador

Belén Fernández dejó Avilés hace diez años para vivir en San Martín de Luiña y hacerse cargo de una tienda y estanco familiar en Soto

Belén Fernández, tras el mostrador de su establecimiento. Ana Paz Paredes

El padre de Belén Fernández López nació en Soto y su madre en San Martín de Luiña, por lo que sus raíces cudillerenses no pueden estar más claras. "Tenía yo 7 años cuando mis padres marcharon para Avilés con mi hermana y conmigo, donde viví muchos años. Los veranos siempre estábamos aquí. Estudié Derecho, pero no lo terminé. Mi vocación era otra, siempre me gustó el contacto con la gente, el trato con el público", señala esta mujer, que también trabajó ocho años en una conservera en Cudillero junto a su entonces novio y hoy marido. Desde hace unos diez años vive y trabaja entre San Martín de Luiña y Soto de Luiña. En esta última localidad se hizo cargo de un negocio familiar, originariamente estanco, actividad que mantiene hoy en día y que ha ido ampliando con un comercio mixto.

"Cuando era más joven veníamos todos los veranos desde Avilés y lo pasábamos entero aquí. Me encantaba estar con mis tías en la tienda, ellas y mi padre tenían aquí varios negocios comerciales, entre ellos el estanco, que al principio estaba a la entrada del pueblo. Cuando se construyó este edificio compraron este local y trajeron el estanco para aquí, más céntrico. Cuando se jubilaron mis padres y mis tías, cogí el estanco", recuerda esta emprendedora rural, que se muestra muy contenta de haber dejado la ciudad atrás para instalarse a vivir y trabajar en la tierra donde están sus raíces.

Ella apuesta por emprender en el medio rural, pero al tiempo reconoce que las cosas no están fáciles por la falta de trabajo y la burocracia. "Cada vez tenemos menos población. La gente mayor va falleciendo y los jóvenes se van porque aquí no hay industria, ni fábricas ni nada. Se van en busca de trabajo a las ciudades. Pero, bueno, también hay otros que sí apuestan por el mundo rural, pero son pocos. Antiguamente en Soto de Luiña tenías de todo y ahora hay aquí un montón de locales cerrados, estamos quedando cuatro comercios, y es que para abrir uno tienes que hacer un papeleo tremendo, pedir licencias y gastar, todo es gastar. Al final, la gente se echa para atrás tanto por el papeleo como por el dinero que necesita invertir", dice.

Sin embargo, ella ha sabido reinventarse y, viendo cómo afectaban a su negocio las normativas sobre el tabaco, decidió ir ampliándolo con la oferta de otros productos. "Cada vez se vende menos tabaco, eso está claro, por eso tengo desde hace tiempo un comercio mixto. Tengo papelería, objetos de regalo, bisutería, bastones, libros, complementos de todo tipo, mochilas, bolsos; en fin, un poco de todo", añade.

El Camino de Santiago, que pasa por Soto, es muy bueno para este pueblo, pues la llegada de peregrinos hace que hagan gasto en sus locales, además de promocionarlo. "El Camino atrae mucha gente, llena de vida el pueblo, que también en vacaciones y en verano sobre todo se llena de turismo que se aloja aquí. Buena parte de los visitantes son de Madrid. En esos meses el pueblo cambia por completo, así como en grandes puentes y en Semana Santa", destaca.

Esta emprendedora rural no sabe cuál puede ser la solución para evitar la marcha de los jóvenes del medio rural. "Se puede vivir en el medio rural si tienes trabajo, pero no me atrevo a afirmar o negar nada tal y como están las cosas. Lo que sí es verdad es que cuando vives en un pueblo necesitas mucho menos que en la ciudad y el nivel de vida es mucho mejor, mucho más sano, más tranquilo. Además, ahora tienes los grandes centros comerciales y, por otro lado, están aquellos que compran por internet, que cada vez lo hace más gente. Lo de internet está acabando con todo, pero sobre todo con los que tenemos pequeños negocios", afirma.

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