A ver quién se atreve en estos días a defender aquellas teorías desarrollistas que poco menos que tildaban de prehistórico al sector primario, el mismo que hoy propicia que en los supermercados, comercios de proximidad y bares tienda -que alguno queda- siga habiendo productos que meter en la cesta de la compra.
Cuando las organizaciones agrarias y el propio Gobierno asturiano reclaman para la agricultura la consideración de estratégica no se equivocan ni lo más mínimo. Más que estratégica, la actividad agropecuaria es vital y quienes la desempeñan también merecen el reconocimiento de la sociedad.
Corren riesgos de contagio quienes ordeñan a diario y entregan la leche, los propietarios de invernaderos, quienes recogen la mercancía y así hasta llegar al final de la cadena alimentaria, cuyo sentido entendemos más que nunca. El consejero de Desarrollo Rural, Alejandro Calvo, a pie de campo (el suyo está en su despacho), también apoya estos días a los más de 10.000 asturianos que viven y trabajan en el campo. Las grandes empresas (Central Lechera es un ejemplo) trabajan a destajo para abastecer los lineales. Las caleyas de nuestras aldeas están aún más vacías que de costumbre, pero dentro de cada casería bulle la actividad. El sector primario vive y saldrá reforzado.
