La Nueva España

La Nueva España

Contenido exclusivo para suscriptores digitales

#juntosdesdesiempre

"Desde que llegué aquí, en 1984, compro el periódico a diario"

El popular hostelero Juan Rivero destaca el valor de la prensa: "Guardamos los pasatiempos firmados por quienes los hacen"

Juan Rivero, con un ejemplar de LA NUEVA ESPAÑA en Casa Tataguyo, en Avilés. MARA VILLAMUZA

Todo el mundo conoce a Juan Rivero (Avilés, 1952). Y es que ha dado de comer en su casa, en Tataguyo, a todos: de la empresa, de las artes, de la política, pero también de la propia vecindad. Casa Tataguyo es al barrio del Carbayedo lo que la Puerta de Alcalá a Madrid: todo un símbolo. Y se lo ha ganado: desde hace más de siglo y medio, ahí, a orillas del parque que antes fue mercado de ganado, se vende sidra y se sirve comida de la buena, desde longaniza de Avilés a pescados tan frescos como vivos.

Rivero se hizo cargo del negocio en 1984. "Desde que llegué aquí compro el periódico a diario", cuenta. "Al principio estábamos suscritos, pero desde hace años nos lo traen del kiosko Velasco", apunta. El kiosko Velasco está a menos de cincuenta metros de su negocio, en el Carbayedo nuevo. "Cuidado si no tengo el periódico cada mañana", sonríe el hostelero avilesino, uno de los de toda la vida, con tanta edad como tiene la gran siderúrgica al pie de los muelles avilesinos.

El servicio que da Rivero comprando LA NUEVA ESPAÑA tiene dos tramos horarios: "Por la mañana, con la botella, se monta tertulia en torno al periódico. Tengo un grupo de clientes de edad que sí, son mayores, pero también muy listos: por eso no discuten", se ríe. "Saben de verdad que los periódicos son importantes: 'Dígotelo yo, que lo trajo LA NUEVA ESPAÑA'", subraya. "Pero también tenemos a los que hacen crucigramas. Llegan, se sientan en la terraza y se ponen a ello: con los crucigramas y con los sudokus. "Guardamos los pasatiempos firmados por quienes los hacen". La fidelidad a la prensa de la parroquia matutina de Casa Tataguyo es absoluta. "Por la tarde la cosa cambia. Los más jóvenes siempre han utilizado el periódico como un elemento de consulta: la cartelera de los cines -cuando los había-, pero también para otras cosas de la agenda".

Vuelta a la normalidad

O sea, la prensa es una rutina diaria en la casa de Juan Rivero. Y eso es lo que espera el hostelero que vuelva: la normalidad. "Aquí trabajamos doce personas. Tuvimos que hacer un expediente de regulación temporal de empleo (ERTE), pero es normal. Tuvimos que cerrar completamente", se explica el hostelero. La pretensión de Rivero es "sacar a todos del ERTE". Esta pretensión es la que sustenta que no haya decidido cuándo va a abrir su negocio. "No lo sé porque las autoridades tampoco lo tienen claro: un día por la mañana dicen una cosa y por la tarde dicen lo contrario", se lamenta. Lo que busca es que la normalidad "llegue al día a día, pero también a los políticos", que ve, en este caso, "bastante lejos".

De toda la vida, pues, es el servicio que da Rivero con la prensa. "Todos los días dos ejemplares". La Organización Mundial de la Salud (OMS) asegura que el riesgo de contagio de covid-19 por manipular un periódico, por compartirlo entre clientes, es "insignificante". Según el organismo que vela por la salud a nivel mundial, manipular y hojear la prensa escrita, ya sea en un domicilio particular o en cualquier establecimiento de carácter público (bares, peluquerías o salas de espera de cualquier consulta médica), es una actividad segura. De hecho, no existe prohibición alguna de las autoridades sanitarias españolas a este respecto. O sea, que se puede leer el periódico, hacer crucigramas y hasta discutir sobre la actualidad. Así que, las tertulias al amor de una botella de sidra o de un vino regresarán a Casa Tataguyo en cuanto el histórico local vuelva a esa normalidad a la que aspira Rivero.

Casa Tataguyo, el local de Juan Rivero, fue primero de María la Tata, una legendaria cocinera que alimentaba a los tratantes de ganado que acudían a un mercado situado al final de Avilés -y que inspiraron al artista Favila-, cuando todo lo que había más allá eran prados. Muchos. Esos prados ya son ciudad. Lo sabe bien Juan Rivero, al que conoce todo el mundo.

Compartir el artículo

stats