El primer kilo de harina de castaña que José Francisco Pérez vendió fue a parar a una universidad americana. Fue en 2013 y, aunque no se acuerda de muchos detalles de esa compra, sí recuerda que el envío tuvo un coste cuatro veces superior al del kilo de la harina. Un inicio sorprendente que se quedó en una anécdota, ya que no volvió a recibir más pedidos de ese lugar. No obstante, desde entonces cada año logró vender todo lo que iba produciendo y comprobó que existe demanda hacia el producto.
Este tinetense tiene una empresa que se dedica a la madera de castaño, algo que le viene de tradición familiar, y hace 10 años también puso su interés en el fruto, con el objetivo de devolverle el valor que tenía antaño. Realizó una nueva plantación de castaños en Villatresmil (Tineo) y, mientras tanto, con la producción de los antiguos castaños vinculados a la casa familiar comenzó a pensar cómo comercializar la castaña y apostó por transformarla en harina.
Tras comprobar que había un mercado interesado en el producto y que lo que elaboraba se agotaba en unos meses, decidió dar un paso más y ahora trabaja para convertirse en un canal de comercialización de la castaña. "Lo fundamental es transformar y comercializar la castaña para impulsar esas producciones que se conservan en los pueblos de Asturias y que se quedan tiradas en los montes, perdiéndose así un potencial y una riqueza muy grande", explica.
De este modo, no solo se centrará en la producción de sus 15 hectáreas de castaños, que en unos diez años calcula que darán unos 30.000 kilos de fruto, sino que pretende dar a los pequeños productores de los pueblos un lugar donde vender sus castañas y animarlos así a que recuperen el cuidado de los bosques de castaños. "Lo que hago es con el deseo de abrir mercado para castañares de los alrededores, con la tranquilidad de que sé que me está funcionando para comercializar lo mío", añade.
El proyecto para poder ampliar la producción está ahora mismo en fase de aprobación del estudio medioambiental y espera que para la campaña de 2021 pueda estar activo. En una nave en Villatresmil tiene instalado un secadero y un molino para hacer la harina, pero para poder seguir creciendo debería incluir nueva maquinaria que le permitirá avanzar aunque el proceso seguirá siendo artesanal. Una vez que esté en funcionamiento asegura que dará un puesto de trabajo fijo y dos temporales para la época de recogida de castañas. Además del interés que espera que despierte en los pequeños productores del entorno e incluso de los concejos limítrofes.
Algo que destaca José Francisco Pérez son las propiedades que tiene la castaña y lo valorada que es en otros países. "Aunque lo asociemos a algo estacional, con las propiedades que tiene y su versatilidad de uso, el consumo para algunos grupos de población es durante todo el año, no solo para celiacos, también la busca gente con problemas de huesos, de nervios, de tránsito?", explica.
Además, en los últimos tiempos nota que la población vuelve a apostar por el producto local y tradicional, lo que hace seguir aumentando el interés y la demanda. "Hay buena predisposición de los consumidores para comprar lo propio, si ven que hay calidad compran antes el producto autóctono que el de fuera", asegura.
Su plantación de castaños está compuesta en un 80 por ciento por la variedad valduna y un 20 por ciento se reparte entre la paré, doriga y chamberga, que como todas las castañares se enfrenta a los grandes males que atacan a este árbol: el chancro y, más recientemente, la avispilla. Considera que deberían hacer algún estudio para poder hacer frente al chancro, por ser lo que más recursos se lleva y más plantas destroza. En cuanto a la avispilla, cree que habrá que acostumbrarse a convivir con ella, aunque apunta que puede acabar con el 80% de la producción de un árbol. Recientemente, en su zona la Consejería hizo una suelta del depredador de la avispilla.
