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Cuatro kilómetros entre nieve y hielo para alimentar a 60 vacas

Amelia Díaz y Marcelino Martínez ponen rostro a las dificultades que el temporal entraña para la ganadería de alta montaña

Amelia quita la nieve acumulada en los silos. | M. López

“Bienvenidos al fin del mundo”. Así reciben a los visitantes los vecinos de Mieldes, en el concejo de Cangas del Narcea. No es para menos. Los temporales de nieve dejaron las carreteras de acceso a la localidad copadas por nieve y con grandes placas de hielo. El paisaje estos días en esta zona del Suroccidente asturiano es una estampa típica de postal navideña. Pero el temporal añade dificultades y obstáculos a la vida diaria de los ganaderos extensivos en la alta montaña asturiana. Amelia Díaz Rodríguez y Marcelino Martínez Arias, de Casa El Cuarto, tienen que recorrer a diario cuatro kilómetros de carreteras con nieve y hielo para dar y tomar.

Hace 20 años optaron por la ganadería extensiva de reses de carne ecológica tras hacerse con varias parcelas en la zona, comenta Amelia Díaz. Cuentan con 70 hectáreas donde viven durante todo el año la gran parte de sus vacas y terneros, así como otras zonas más accesibles que disponen de comederos. La tarea de subir cada día al monte, en plena nevada, se torna a veces peligrosa. De hecho, desde el 15 de diciembre solo han podido alimentar a las vacas en la zona baja de la finca, ya que el mal estado de las carreteras hace inviable subir a las zonas altas. A pie tampoco es aconsejable, ya que la nieve llegó a acumular un espesor que supera el metro de altura. “Tenemos arriba silos almacenados pero no los podemos coger, así que llevamos los que hay en casa. Estos días está siendo muy complicado porque apenas pasamos con el tractor y tenemos que dejarles la comida abajo”, explica Marcelino Martínez.

Amelia Díaz, con sus vacas en medio de la nieve. | Miki López

Las sucesivas y copiosas nevadas en los alrededores de Mieldes complicaron la labor de este matrimonio ganadero. De hecho, no pudieron asistir al parto de una de las vacas y, al darse complicaciones, el ternero falleció. El mal tiempo obliga a mantenerlo allí hasta que un camión pueda subir. Algo imposible estos días. Marcelino Martínez, que además de ganadero trabaja como taxista y conductor de transporte escolar se muestra crítico con la situación de las carreteras del Suroccidente. “Quieren ganaderos de alta montaña pero luego estamos totalmente abandonados. Necesitamos carreteras con quitamiedos porque subir aquí es un auténtico peligro”, argumenta.

La ganadería extensiva cuenta con la desventaja de tener que alimentar al ganado durante la temporada invernal debido a la ausencia de pastos en el monte durante varios meses. “Desde noviembre y hasta primavera, no hay pasto para las vacas, por eso tenemos que preparar los silos en verano para que los animales tengan alimento en invierno. Luego, en verano es más cómodo. Cuando el resto de ganaderos están quitando el orín y limpiando las cuadras, nosotros tenemos más tiempo libre”, añade Amelia Díaz.

Terneros en la alta montaña. | Miki López

La ganadería extensiva ecológica sumó clientela al principio de la crisis sanitaria debido a que muchos optaron por el consumo de productos de mayor calidad. Por ahora, los precios de la carne ecológica se mantienen mientras los de la carne sin etiqueta “eco” andan a la baja por la caída de la demanda ante las restricciones en la hostelería. En Casa El Cuarto, a pesar de estar en “el fin del mundo” venden sus productos online. “Hay que adaptarse a los nuevos tiempos, o morir, es lo que nos queda”, reconoce la ganadera. Aún así, el grueso de sus productos los venden a una carnicería de Cangas del Narcea y las ventas por internet no alcanzan el 20%.

Otra de las desventajas de la ganadería extensiva es el lobo. Su presencia en la alta montaña del Suroccidente asturiano es un quebradero de cabeza para los ganaderos. “Parece que se está sobreprotegiendo al lobo y a nosotros no nos protege nadie. Así, solo se consigue que haya superpoblación y que se acabe la ganadería de alta montaña. Deberían controlarlo un poco más. En esta zona también hay jabalíes y corzos, pero no hacen nada. La verdadera preocupación es el lobo”, comenta Amelia Díaz. No obstante, en su caso disponen de dos perros de gran envergadura que cuidan de las reses para tratar de evitar que el lobo se cebe en sus vacas y terneros, que pasan todo el año en libertad, en la alta montaña cercana al pueblo de Mieldes, haga frío, viento, nieve o cualquier inclemencia meteorológica.

Carretera nevada por donde llegan los ganaderos para dar de comer a sus reses. | Miki López

Estas jornadas, en Casa El Cuarto trabajan contra viento y marea, pero sobre todo entre nieve, mucha nieve, para poder surtir de carne ecológica a su clientela. “La gente que quiere carne la quiere ya, no entiende de nevadas ni de estas cosas”, relata su marido, Marcelino Martínez. Para ello, hacen esfuerzos sobrehumanos, en pleno temporal, para mantener sus reses alimentadas y, cuando toca, llevarlas al matadero. Una labor que este año todavía resultó mucho más compleja de lo habitual, debido a la situación adversa de la última semana, que tiene pendientes de los partes a Amelia Díaz, incluso mientras conduce el tractor donde lleva el pasto que su marido esparce para alimentar al ganado . Las ondas anuncian más frío , una previsión que llega entre suspiros y resignación. “Habrá que ir día a día. Esperemos que no llegue otro temporal como el de Filomena”, afirma la ganadera, un deseo seguramente compartido por todos los que trabajan en la alta montaña asturiana.

La ganadera mima a uno de los perros que cuidan del ganado. | M. López

Cabrales y Panes demandan más sal para sus carreteras

Los usuarios de la carretera AS-114 que une Panes con Cabrales han denunciado “el peligro constante” al que están sometidos estos días debido a la cantidad de hielo acumulado en el asfalto. Las quejas de los conductores son las mismas que las del alcalde de Peñamellera Alta, José Antonio Roque, que se pregunta si “cuando termine la ola de frío habrá forma que traigan sal a las carreteras del oriente”. El alcalde avanza que “cuando pase una desgracia será cuando vengan deprisa y corriendo”. Para evitar ese peligro, cuenta Roque, “hay padres que no llevan a sus hijos al colegio”.

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