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Tras la huella de Joao: el relato, 6 años después, de uno de los rescates más duros en Picos

La Guardia Civil y la familia del aventurero luso que murió al pillarle una borrasca reviven la búsqueda en un documental: “Hasta que no lo encontrásemos mi hermano siempre estaría vivo”

Joao Marinho, el deportista portugués fallecido en 2014 en Picos de Europa.

A João Marinho, un joven aventurero y deportista portugués, la muerte le pilló en Picos de Europa en el otoño de 2014. Era principios de noviembre. Una borrasca infernal convirtió su prevista ruta del Anillo de Picos en una trampa imposible de salvar. Tan imposible como la búsqueda que durante 15 días desplegó un equipo internacional de especialistas, empezando por los Grupos de Rescate Especial de Intervención en Montaña (Greim) de Cangas de Onís y Sabero, con Bomberos de Asturias y el apoyo de expertos de la Guardia Nacional portuguesa -era la primera vez que participaban en un rescate así fuera de su país- y voluntarios de Asturias.

Fue, dicen, una de las mayores búsquedas internacionales de los últimos años y un enorme reto por las condiciones climatológicas terribles en las que tuvo que llevarse a cabo. También fue ineficaz porque el cadáver de Joao Marinho no se localizó hasta pasados nueve meses, en pleno mes de agosto, y fueron unos montañeros los que lo encontraron de forma fortuita.

La última fotografía que Joao colgó en sus redes sociales, corriendo por Picos.

Seis años después la familia de Marinho y algunos de los rescatadores de la Guardia Civil que se desvivieron por encontrarle han revivido la dura experiencia en el documental de TVE “Tras la huella de Joao”. Cuenta Pedro Marinho que durante muchos días “creyó en el milagro” de poder encontrar vivo a su hermano, confiando en su fortaleza. Pero la Guardia Civil le fue haciendo poner los pies en el suelo. “Arriesgaron bastante, nunca desistieron y siempre intentaron encontrar a Joao”, recuerda agradecido el hermano sobre la actuación de los rescatadores, y eso que en su memora está nítido el primer encuentro con los especialistas del Greim: “La primera reunión fue un gran shock, brutal. Desde el principio me dijeron que las posibilidades de encontrarle eran próximas a cero”.

Dicen los expertos de la Guardia Civil que esa crudeza viene del convencimiento de que “a la familia no hay que mentirle y sabíamos que las posibilidades eran remotas. Alguien que sale a hacer una carrera de montaña no lleva suficientes alimentos como para poder permanecer tres días a la intemperie en plena borrasca, aunque sea guarecido en un abrigo, y mantener la temperatura corporal”. Aún así, se buscó con ahínco “en cuevas, recovecos y sitios donde se pudiera vivaquear”, hasta que se ordenó cesar la búsqueda oficial intensa y siguió la otra, la que sistemáticamente emprendió la familia y los amigos. “A partir de marzo o abril estuvimos yendo a la zona habitualmente tanto yo como otros amigos. Registrábamos la montaña y volvíamos a Portugal. Joao habría hecho lo mismo por nosotros y hasta donde pudiéramos llegar, llegaríamos”, rememora el hermano. Tenía claro que “hasta que lo encontrásemos, para mí Joao siempre estaría con vida”.

El hermano del deportista fallecido.

Fue el 1 de agosto, cuando la Guardia Civil de la zona controlaba una carrera de montaña, cuando recibieron el aviso de que unos senderistas que se habían desviado un poco de su ruta habían encontrado un cuerpo con la documentación del desaparecido. “Yo estaba en Caín cuando recibí el mensaje de que Joao había sido encontrado. Racionalmente era lo que esperábamos pero cabía siempre la esperanza de que ocurriera un milagro”, cuenta Pedro Marinho. Hacía solo una semana “yo mismo pasé por donde le encontraron. Estuve a 100 o 150 metros del sitio, miré y seguí. Ahora pienso que menos mal que no fui yo quien le encontró”.

Condiciones en las que se llevó a cabo la búsqueda.

La reconstrucción de su muerte permitió a los rescatadores corroborar que el joven “estaba haciendo el recorrido previsto y entre tanto empezó a nevar con intensidad, no pudo volver y no consiguió salir de Picos”. La información que dio su GPS reflejó que “a medida que se fue echando la noche su cadencia de caminar era menor porque se le iba acumulando el cansancio, se iba agotando y la nive caída le hacía complicado moverse en ese terreno”.

A la Guardia Civil le quedó la sensación “frustrante” de que tantas horas de vuelo -nunca un mismo equipo había volado tanto en una misma búsqueda-, y tanto esfuerzo de tanta gente no sirvió para dar con Joao con vida. “Da rabia haber sobrevolado tantas veces la zona y no haberle localizado”, explican los especialistas en el documental. Dentro de la desgracia “queda el consuelo de que su familia tenga un cuerpo que llorar”. Y sí que es consuelo para ellos: “Joao se fue muy pronto, pero fue su destino. Vivió la vida que tenía que vivir y se fue. Al menos, se fue haciendo lo que le gustaba”, razona su hermano Pedro.

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