Síguenos en redes sociales:

Contenido exclusivo para suscriptores digitales

Por la izquierda, en la fila de atrás, Natalia Rodríguez; José Miguel Arias, vicerrector de Gestión Académica; Celestino Rodríguez, decano de la Facultad de Formación del Profesorado, y José Ramón Hevia. Delante, Ignacio Villaverde; Mario de Miguel, catedrático jubilado que da nombre a los premios al mejor trabajo fin de máster, y Cristina González Morán, directora general de Universidad. | Irma Collín

La Universidad baraja que Geología y Minas compartan espacios con Ciencias y Educación

El Rector busca fórmulas para desahogar el campus de Llamaquique y sopesa reubicar aulas de Informática en un edificio vecino en el CAU

“Incluso en una situación de normalidad”, sin distancias y “yendo al cien por cien del uso de las aulas”, al campus universitario de Llamaquique le falta espacio. De la asunción de las apreturas que sufren las facultades del centro de Oviedo, formulado ayer en esos términos por el Rector, emerge la necesidad de una búsqueda de remedios que empieza a pensar en redistribuir a los alumnos de las cinco facultades afectadas por los edificios disponibles con sitios libres. Los responsables de los centros tienen abierto el proceso de exploración junto al rectorado, que parte de la necesidad de hallar una solución que salve el corto plazo de la pandemia, pero que sirva también para el medio y el largo, habida cuenta de que la gran respuesta para este campus está en el traslado a los terrenos del viejo HUCA en el Cristo y de que eso, confirma Ignacio Villaverde, todavía “va a tardar”.

Mientras tanto, la idea del Rector consiste en evaluar las dependencias de las que disponen “los dos centros con menos presión, la Escuela de Minas y la Facultad de Geología”, para determinar cuáles pueden “compartir” con los que viven más apreturas, Ciencias y, sobre todo, Formación del Profesorado y Educación. Queda la Escuela de Informática, para la que se propone utilizar “algún espacio” del vecino “edificio blanco” del CAU, en el campus de los Catalanes, una instalación situada junto al estadio universitario que alberga la Escuela de Medicina Deportiva y en la que “con una pequeña intervención no muy costosa”, sugiere Villaverde, “podríamos sacar algún aula”. “No tenemos otra opción” que redistribuir alumnos y usos, remarca el Rector. “Los otros espacios que nos han ofrecido en algún caso no nos sirven, porque son de oficinas, y en otros exigirían una inversión tan alta que me saldría más rentable hacer un edificio nuevo”.

Éstas son ahora las alternativas para desahogar el “campus centro”, teniendo presentes los tres escenarios de asistencia física para el próximo curso –total, parcial o mínima, como ahora– con los que trabaja la Universidad. Villaverde aprecia la clave de ese asunto en “que nos relajen las distancias. Si podemos salir del paradigma del metro y medio, podremos empezar con una presencialidad con cautelas”.


Autorregular la concordia escolar

El premio al trabajo fin de máster en Educación distingue un plan para implicar al alumnado en la prevención de conflictos


Natalia Rodríguez buscaba un sistema para implicar a los alumnos, y a su a lado las familias y a los profesores, en la definición de la mejor normativa para prevenir conflictos en el centro educativo. Los resultados de su experimento para “involucrar al conjunto de la comunidad educativa en la búsqueda de una norma” de autorregulación de la convivencia escolar recibió ayer el premio “Mario de Miguel” al mejor trabajo fin de máster en Educación del curso 2019-2020. La autora puso a prueba durante sus prácticas en el IES de Llanera una propuesta distinguida por “innovadora y original” que como interesante apósito del galardón tendrá publicidad y será editada y difundida en los centros educativos asturianos.

Se inspiró, cuenta, “en actuaciones educativas de éxito que promueven la involucración de la comunidad educativa en la organización de los centros” y destaca que trató de dar a los alumnos protagonismo en la definición y normativización de “los buenos tratos” ante los conflictos. Lo hizo constituyendo comisiones mixtas con profesores y familiares y utilizando, para dar voz a los estudiantes, “asambleas y tertulias literarias”, sacando de la literatura ejemplos de buenas prácticas de convivencia.

El rector de la Universidad de Oviedo, Ignacio Villaverde, presidió ayer el acto de entrega de su premio y del accésit, otorgado al análisis de la “resiliencia como factor de éxito educativo en la comunidad gitana”, obra de José Ramón Hevia. Se reconoció además a las alumnas de los dos equipos de la Facultad de Profesorado finalistas en el “Projetlab” de la Fundación Vodafone, un programa que busca acciones de impacto social y en el que uno de los equipos recibió el premio especial del público por concebir una app para potenciar el desarrollo cognitivo en mayores con enfermedades neurodegenerativas. David Fernández Mejuto y Virginia Álvarez fueron galardonados con los premios del concurso de relatos cortos en asturiano y español, respectivamente, convocado en la facultad.

Esta es una noticia premium. Si eres suscriptor pincha aquí.

Si quieres continuar leyendo hazte suscriptor desde aquí y descubre nuestras tarifas.