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"Tuvimos que darle una voz": se encuentran con un gran oso frente a su casa en Cangas del Narcea y esto es lo que pasó

Los dos vecinos de La Reguera del Cabo que estuvieron, junto a su perro, a escasos metros del plantígrado no se asustaron: “Ya estamos acostumbrados a verlos”

Encuentro con un oso de vecinos de La Reguera del Cabo, en el valle de Cibea, en Cangas del Narcea

Encuentro con un oso de vecinos de La Reguera del Cabo, en el valle de Cibea, en Cangas del Narcea

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Encuentro con un oso de vecinos de La Reguera del Cabo, en el valle de Cibea, en Cangas del Narcea Demelsa Álvarez

Los hermanos Marcelino y Francisco Frade Navia, del pueblo cangués La Reguera del Cabo, se encontraron el sábado a las nueve de la mañana con un oso en la puerta de casa. No era la primera vez que se veían cara a cara con un plantígrado, pero sí la primera que tuvieron la oportunidad de poder grabarlo de cerca.

“Era guapísimo, tenía la cabeza redonda, estaba gordo y tenía buen pelo”, asegura Francisco Frade, que fue quien se percató de la presencia del oso al verlo subir por un prado cercano. De la finca saltó a la carretera que comunica el valle del río Cibea y lleva hasta Genestoso, y una vez allí, optó por desviarse hacia la entrada del pueblo, donde la casa de los Frade Navia es la primera.

Rápidamente, Francisco llamó a su hermano Marcelino para que saliese del garaje de la vivienda a inmortalizar el momento con su móvil y desde la entrada de la casa, acompañados por su perro “Popy”, vieron cómo el plantígrado se iba acercando sin asustarse de su presencia. “El oso subía tranquilamente, nada lo estaba persiguiendo y aunque nos veía y nos oía hablar, no se espantaba, le tuvimos que dar una voz, si no seguía caminando hacia el pueblo”, explica Marcelino Frade.

El sábado comenzaba para los hermanos con el avistamiento de este oso, pero no sería el único. Hasta seis pudieron ver. A mediodía, en una finca cercana divisaron una osa con dos oseznos, a los que más tarde se sumó otro ejemplar. Unas horas después, a poca distancia del pueblo, Francisco Frade volvió a ver otro en un prado mientras daba su paseo por la carretera. “A la gente que no vio nunca un oso le tiene que impresionar, pero nosotros aquí estamos acostumbrados a verlos”, apuntan.

Francisco y Marcelino Frade con su perro “Popy” a la entrada de su casa. Demelsa Álvarez

El valle del río Cibea es una zona osera y es habitual que sus vecinos tengan historias de encuentros con el animal. Esto hace que cada vez sean más los visitantes que llegan a Cangas del Narcea con la intención de avistar fauna desde el impresionante valle, cercano a la capital del concejo. Toda una experiencia. De hecho, estos vecinos de La Reguera del Cabo aseguran que en los últimos tiempos se están encontrando con más gente por la zona provistos de prismáticos y que les preguntan por ubicaciones para poder observar al animal.

La cara menos amable de la presencia del oso en las proximidades de los pueblos para los lugareños es el miedo que tienen a que pueda provocar algún incidente y los daños que causa. En el caso de Marcelino y Francisco Frade, el año pasado se encontraron con que un oso les había destrozado las colmenas que tenían pegadas a la casa, por lo que a partir de entonces tuvieron que protegerlas con un pastor eléctrico. También notan que las vacas, tanto propias como de los vecinos de la zona, están nerviosas y hay en algunas fincas en la que no quieren estar y de las que incluso se escapan, lo que achacan a la presencia del plantígrado por los alrededores. Además, alertan que el deambular del oso por la ladera de la montaña hace que en muchas ocasiones se desprendan piedras que acaban en la carretera y que temen que algún día puedan provocar un accidente.

Por ello, apuntan a la necesidad de que se controle la población en las zonas más oseras porque subrayan que la tendencia del animal es la de acercarse a los pueblos en busca de comida.

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