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Las lluvias y la falta de sol “pasan factura” a la temporada asturiana de frutos rojos

El mal tiempo de este verano retrasa la recolección de algunas variedades, perjudica su maduración y favorece la aparición de plagas

Begoña González, en la recolección de arándanos en Muñó (Siero).

“A estas alturas se deberían de estar recogiendo las variedades de agosto”, afirma Silvia Menéndez, propietaria de la Finca “Santa Rosa”, en Llanera, especializada en arándanos ecológicos. “Yo suelo acabar a mediados de agosto de recogerlos, pero todo apunta a que este año será a mediados de septiembre”, añade. Sus palabras describen la situación en la que se encuentran muchos de los productores de frutos rojos de la región.

Los frutos rojos, especialmente los arándanos, se pusieron de moda por sus propiedades antioxidantes. Este cultivo, cuya primera plantación en Asturias data del año 1967, ya cuenta con más de 200 hectáreas en la región. Pese a que los productores afirman que el territorio asturiano tiene buenas condiciones climáticas para su cultivo, el mal tiempo de este verano está lastrando su producción. Las lluvias y el cielo encapotado perjudican la maduración de los frutos rojos, cuya recolección se puede retrasar hasta tres semanas.

Begoña González, de Arándanos y Manzanas de Muñó (Siero), se encuentra en plena campaña, la cual durará hasta finales de octubre. La cosecha está siendo desigual en Asturias. No obstante, su empresa ha podido “recoger productos de forma regular porque el granizo no nos afectó tanto como a los recolectores de Nava”, a los que destrozó la mayor parte de la plantación. De cualquier modo, incide en que “los días grises pasan factura” y hace 15 días que volvieron a arrancar.

Las lluvias implican que no se pueda recoger el fruto y este sigue entonces su proceso de maduración. Si se encadenan varios días lluviosos, el fruto puede madurar demasiado o acabar teniendo un exceso de agua, además de favorecer la aparición de plagas.

Una rama con frutos.

Una rama con frutos.

Una de las más comunes es la plaga de la mosca del vinagre, a la que son muy propensas las plantaciones asturianas que están cerca de las montañas y del bosque. Este insecto pica la fruta cuando está en las plantas y los productores no la ven hasta que se vende. “El Gobierno trató de dar ayudas, pero realmente los japoneses llevan 80 años peleando con ellas”, sostiene José Antonio Monjardín, propietario de Frutos Rojos de Asturias, empresa que cerró en 2018.

Las plantaciones a cielo abierto tienen más problemas con la climatología, aunque tener invernaderos, como en el caso de Silvia Menéndez, tampoco mejora la situación, pues los frutos rojos necesitan luz para madurar. Sin sol, la fruta es menos dulce. “El tiempo que está viniendo está machacando la cosecha, no da para recoger muchos kilos”, comenta.

El principal problema no es que se pierdan los frutos rojos, sino que están sin madurar y si, de repente, viene buen tiempo maduran todos a la vez. Es entonces cuando hay excedentes. Añade Adrián García, de Arándanos el Cierrón, que “tampoco es bueno que las variedades de julio se retrasen porque entonces coinciden con la alta oferta llegada de otros países”.

A Adrián García las lluvias no le afectaron tanto porque tienen las plantas cubiertas con macrotúneles, estructuras que permiten cubrir grandes superficies de cultivo cuando no se precisa controlar en exceso las condiciones interiores del invernadero.

“El tiempo que está viniendo está machacando la cosecha”, afirma la agricultora Silvia Menéndez

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Parece ser que el covid no ha supuesto ningún problema para algunos negocios, pues Begoña explica que “trabajan al aire libre y con mucha distancia de seguridad”. Además, la situación actual les ha servido para lanzar sus productos al mercado online. Otros, como la Finca Santa Rosa, han visto, en cambio, cómo la pandemia ha disminuido sus ventas locales alrededor de un 20%.

Mientras que los supermercados cada vez exigen más calidad, el tiempo está perjudicando la de las cosechas asturianas. “Desde hace cuatro o cinco años las producciones tempranas (de junio a julio) son las que mejor precio tienen”, explica Adrián García. Después del mes de mal tiempo que han tenido los productores, ahora tendrán que afrontar la atractiva temporada de julio con “una caída de precios hasta agosto porque hay más oferta internacional, que viene sobre todo desde Polonia”. Monjardín apunta también a Perú, que “está aumentando las instalaciones, y por su calidad y precio se convertirá a corto plazo en un grave problema”.

A esto se suma que “las variedades tardías se van a ver más afectadas por la climatología”, según Adrián García. Entre otras cosas, porque hay menos horas de sol. Aunque Silvia Menéndez prefiere mantenerse optimista: “La esperanza de que la temporada mejore no la pierdes”.

Las plantaciones de frutos rojos eran una buena alternativa a principios del siglo, pero “ya no es el trabajo con el que todos decían que te hacías rico. Es imposible vivir de ello. Quien continúa con el negocio es por afición y porque así se saca un dinero extra. El mercado ecológico es el que resiste”, señala Monjardín.

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