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La región se prepara para volver a las aulas

Asturias afronta la semana de la vuelta al cole con "euforia” entre los estudiantes por la vuelta a la presencialidad total: “Es un alivio tremendo”

Alumnos de todas las etapas afrontan con ganas el nuevo curso, que empezará este jueves y que dirá adiós a las “desmotivantes” clases online

"Queremos volver a juntarnos en el patio": el deseo de los escolares asturianos para el nuevo curso

"Queremos volver a juntarnos en el patio": el deseo de los escolares asturianos para el nuevo curso VÍDEO: Amor Domínguez/ FOTO: Luisma Murias

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"Queremos volver a juntarnos en el patio": el deseo de los escolares asturianos para el nuevo curso Mónica G. Salas

El nuevo curso ya está aquí y los alumnos asturianos le tienen “ganas”. Y más que nunca. Todos –ya sean de colegio, instituto o universidad– recuperarán en pocos días un cachito de la normalidad escolar y académica que el covid les arrebató aquel marzo de 2020. Los estudiantes de Secundaria y Bachillerato dejarán atrás la alternancia de un día de estudio en casa y otro en clase para volver a la presencialidad total. Y los universitarios dirán adiós a la docencia online para llenar otra vez los campus. Para ellos, regresar a las aulas supone un “respiro”, un “alivio enorme”, y la oportunidad de “ver a los compañeros todos los días” y encontrar la motivación que con la distancia perdieron.

“Estamos eufóricos. Las clases presenciales pueden costar más esfuerzo por madrugar, por desplazarte... Pero, al final, lo necesitábamos, por nuestra salud mental y por nuestro rendimiento académico”, aseguran los estudiantes de la Universidad de Oviedo, tras haber vivido un curso pasado “muy duro”. “Estar tantas horas en nuestras casas, pegados a la pantalla del ordenador, viendo diapositivas de Power Point nos pasó factura. Nos cansó muchísimo, nos desmotivó, nos descentró... Acababas pensando en las musarañas o abriendo otra pestaña del navegador”, relatan.

LA NUEVA ESPAÑA reúne en este reportaje los testimonios de seis universitarios y las de otros once alumnos de colegios e institutos ante el inminente inicio del nuevo curso, el tercero en pandemia. La Universidad inaugurará el año académico este jueves para empezar las clases el viernes. Y los centros educativos abrirán sus puertas el jueves, con la incorporación de Infantil y Primaria. Secundaria y Bachillerato empezarán el día 14 y FP, el 17. La cuenta atrás ya ha comenzado.

Patricia Fernández Fernández tiene 21 años, es de El Entrego y empieza cuarto del grado en Historia. “Tengo muchas ganas de este curso, pero también bastantes nervios, puesto que este será mi último año y con el tema de pandemia se nos han ido dos cursos volando. No obstante, la idea de volver a las aulas y ver a los compañeros me tiene eufórica”, cuenta. Para Fernández, el regreso a la presencialidad total supone un “alivio enorme”. “La rutina de ir a clase me ayuda mucho con mi salud mental y con la física, además es un paso más hacia la normalidad que tanto se añora y mucho más ahora que la mayoría de la población está vacunada”, expresa. La futura historiadora también afirma que el curso pasado, con las clases online, sufrió “muchísima desmotivación”. “Estar en frente de una pantalla viendo a los profesores durante varias horas seguidas sentado en el mismo sitio cansa muchísimo, también sientes que no estás aprendiendo nada o que da igual cómo empieces a atender porque a mitad de la clase seguramente ya estés aburrida y te hayas despistado”, abunda.

Celia Rodríguez Busta, avilesina de 19 años, va camino de su segundo año de Medicina, “uno de los más difíciles de la carrera”. “Tengo un poco de miedo en ese sentido y también es bastante complicado volver a coger la rutina, madrugar, organizarse...”, indica. Pero todo es empezar. El lado positivo de la vuelta de este año es que será presencial y “podremos ver a los compañeros y recuperar esa vida presencial que no tuvimos, en el caso de mi facultad, en el segundo cuatrimestre del curso pasado”. Después de esa experiencia telemática, Rodríguez tiene claro que prefiere la docencia presencial “aunque se diga que lo online es el futuro”. Y se explica: “El hecho de que tuviéramos que pasarnos muchas horas en nuestras casas pegados a la pantalla del ordenador viendo diapositivas de Power Point nos pasó factura”. Así que, “puede costar más esfuerzo el presencial en el sentido de que tienes que madrugar, desplazarte, estar en muchas clases... Pero al final, por lo menos en mi caso, es bastante mejor a nivel de salud mental y de rendimiento”, sostiene. “Ya solo –agrega– estar en una clase rodeada de personas, los descansos entre clase y clase o, simplemente, tomar un café en un rato libre, son vías de escape para la cabeza que te dan un respiro entre todo el alboroto que son los estudios”.

Víctor Fernández, avilesino de 19 años y a punto de empezar tercero del grado de Economía, afronta el curso con optimismo por “dos razones básicas”. La primera, por la vuelta a la docencia presencial, y la segunda, porque “podremos hacer vida universitaria con los compañeros de clase y facultad como buenamente se pueda con las actuales condiciones sanitarias”. “Para mí el regreso de la presencialidad supone disfrutar de las clases aprendiendo, atendiendo, compartiendo cada momento con los compañeros, y volviendo a esa rutina diaria que en docencia online se echa un poco en falta”, afirma. No obstante, Fernández puntualiza que “al no saber qué va a suceder dentro de unos pocos días (por la evolución de la crisis sanitaria) es una incógnita constante que, a poco que se agudice esa incertidumbre, provoca que no se rinda al máximo”. En este sentido, el estudiante avilesino aplaude el plan de actuación frente al covid elaborado por el Rectorado y que hoy entra en escenario verde: “Me parece muy importante en estos casos tener instrumentos normativos o jurídicos, así sabremos actuar de la mejor manera en cada instante”.

Santiago Ménguez Hernández, gijonés de 22 años, empezará cuarto de Ingeniería Forestal y del Medio Ambiente en la Escuela Politécnica de Mieres. Y es sincero: “Afronto el inicio del curso con pocas ganas, pero es lo que hay y hay que hacerlo”. Ménguez opina que no todo fue malo con la docencia online. “Las clases a distancia son más cómodas, ya que no tenemos que desplazarnos; yo tengo que ir todos los días de Gijón a Mieres”. Otra ventaja, señala, es que, “al tener asignaturas de varios cursos mezcladas que en el horario suelen coincidir, no te pierdes las clases al quedar grabadas”. ¿Y los inconvenientes? Pues que es, contesta, “difícil mantener la atención y seguir las clases”. “Al fin y al cabo estás en tu casa, sin que el profesor te vea y delante de un ordenador; acabas pensando en las musarañas o abriendo otra pestaña del navegador para buscar cualquier cosa que te interese más”.

Leo Valtierra

Lucía García Rodríguez, candasina de 18 años, se estrena en la Universidad. Empezará el grado de Relaciones Laborales y Recursos Humanos en la Facultad de Economía y Empresa de Oviedo. “Por un lado, me da bastante miedo separarme de toda esa gente que estuvo conmigo 12 años. Pero por otro, tengo muchas ganas de empezar a estudiar en otro ambiente y de conocer a gente nueva”, confiesa. García tuvo “la suerte” el curso pasado de tener clases presenciales en su instituto y asegura que la diferencia con respecto a la cuarentena, “en donde todo fue online”, es notable. “Resultaba todo mucho más difícil de comprender y para muchos se nos hizo complicado tener que marcarnos nuestra propia rutina”, admite. Por eso, celebra que su entrada en la enseñanza superior sea presencial. “Me alegro mucho, porque las clases online requerirían mucha fuerza de voluntad para llevar las cosas al día y de esta manera se hace todo más llevadero”, comenta. Además, García podrá “vivir el ambiente universitario, que todo el mundo dice que es diferente al instituto”.

Isabel Casaprima González, también candasina de 17 años, comenzará en cuatro días primero de Maestro de Educación Primaria en la Facultad de Formación del Profesorado y Educación. Casaprima dice afrontar su primer curso universitario “con mucha ilusión y grandes expectativas”, aunque reconoce estar “un poco nerviosa al ser una etapa nueva”. De ella espera formarse “lo mejor posible para enseñar a las futuras generaciones de niños y hacer grandes amistades y pasarlo bien”. Desde luego, lo pasará mejor que los alumnos que el curso pasado tuvieron docencia a distancia. “Tengo hermanos universitarios que el año pasado estudiaron online y que les resultó bastante complicado. Ojalá haya presencialidad total porque sería mejor para todos, profesores y alumnos. Siempre se aprende más y, al estar con compañeros, el estímulo es mayor”, opina.

Mismas sensaciones tienen los estudiantes de instituto. Carla Casero Braña es una de esas alumnas a las que la pandemia castigó el curso pasado con la semipresencialidad. “Noté que dimos menos temario de lo normal y que te pedían un nivel de tecnología para seguir las clases a distancia que a veces no tenías. En ocasiones, me fallaba el wifi y perdía el hilo de la clase”, relata Casero, que es de Oviedo, tiene 15 años y empezará 1º de Bachillerato. La alumna del IES Monte Naranco ve como un “respiro” la vuelta a la presencialidad total. “Así podré ver a mis compañeros y enterarme mejor de las clases. La motivación es completamente diferente”, dice. Casero considera necesario que a principios de este curso haya un “repaso general” para compensar las pérdidas del año pasado. “En Historia, por ejemplo, nos faltaron un montón de temas por dar. Y eso es un retraso”, expresa.

Iyán Álvarez Casasnovas, candasín de 16 años, fue otro de los alumnos asturianos afectados por el modelo semipresencial. “Tengo amigos que lo llevaron bien, pero no es mi caso. No me organizaba bien los días en casa y andaba muy distraído. No tenía motivación”, señala. Justo la que le sobra a pocos días de empezar 1º de Bachillerato. “¿Qué le pido al curso? Con tener presencialidad total ya me conformo. Espero que eso me ayude a estar más motivado, ya que quiero estudiar Ingeniería Informática. Y también espero que la cafetería del instituto pueda abrir”, manifiesta. Y por esperar... “Que quiten la mascarilla”. Pero eso sabe que será más difícil. “Todo el mundo tenemos ganas de quitarla. La ventilación, en cambio, yo no la llevé mal, porque no soy friolero, pero tengo compañeros que sí y que llevaron hasta mantas”, agrega.

Jaime Granda Sáez es de Oviedo, tiene 18 años y va a empezar 2º de Bachillerato en el IES Leopoldo Clarín. Como los anteriores, vivió la semipresencialidad el curso pasado. En su caso, la alternancia de clases en el instituto y en casa le afectó “de manera negativa”. “No me acabé de adaptar a la rutina. Además, soy un alumno de estudiar menos en casa y atender más en clase. Así que me costó”, asegura. Por eso, tiene ganas de volver a la presencialidad y de reencontrarse con sus compañeros. Granda cree que, de alguna forma, Educación debería compensar a los alumnos de la semipresencialidad, ya que, opina, “es imposible que hubiésemos acabado el curso pasado con el mismo nivel que estudiantes de años anteriores”. Con respecto a las restricciones sanitarias, el ovetense cree que lo que más necesitan los jóvenes es “recuperar la vida académica de poder ir todos juntos al instituto o ver a compañeros de otras clases a la entrada o a la salida”.

Juan Mori Valdés es gijonés, tiene 17 años y va a empezar 2º de Bachillerato en el colegio Montedeva. “Afronto el curso con ganas, pero también con un lógico miedo, ya que posiblemente sea uno de los años más importantes en mi vida a nivel académico. También es un curso algo especial, ya que será el último en el colegio donde he estado toda mi vida, el último con mis compañeros y profesores, lo que le suma una gran carga emocional”, cuenta. Mori tuvo “presencialidad completa” el curso pasado, ya que el centro “hizo un gran esfuerzo para que los grupos de Bachillerato se viesen afectados lo menos posible por la pandemia”. En consecuencia, tanto él como sus compañeros “no vivieron grandes dificultades” para sacar adelante los estudios. Aunque, apostilla, fue “algo duro cuando debías estar en casa por cuarentena y no podías estar en clase”.

En los colegios...

Ya sea con o sin pandemia, los alumnos de Infantil y Primaria desprenden la misma ilusión de siempre por volver al cole. “Yo tengo muchas ganas porque no sé quién va a ser mi nuevo profe y quiero saberlo. Y también quiero ver a mis amigos”, dice el gijonés Leo Valtierra Lodos, de 9 años y a punto de iniciarse en 4º de Primaria en el colegio Los Campos de Gijón.

–¿Y cómo llevas el covid, Leo?

–Espero que se acabe pronto. Así que pido a todos los niños que se esfuercen mucho para que esto se acabe.

Se acaben, por ejemplo, los patios divididos para que Leo pueda jugar con su hermano pequeño de 6 años. “Está en frente de mi patio, pero no podemos jugar juntos. Deseo mucho poder hacerlo”, cuenta.

Lola Fernández, de 9 años y alumna de 5º de Primaria del colegio Dominicas de Oviedo, tiene la lección aprendida en cuanto se le pregunta por las consecuencias del covid en las aulas: “No nos dejan juntarnos mucho y no nos permiten estar mucha gente junta”. Aun así, tiene “muchísimas ganas” de volver al cole. Las mismas que su hermano Pablo Fernández, de 7 años. “Ya estoy un poco harto de la mascarilla, y no poder juntarme con otros niños me hizo mal”, espeta. Diego Arribas, de 3 años y alumno de las Dominicas, sabe que el coronavirus es sinónimo de que “alguien se pone malito”. “Es el bicho malo”, apostilla Martín Alonso, de 4 años y alumno del Buenavista I. “Mi profe es María José y voy a estudiar y leer libros”, asevera Alonso. África Gómez, que empezará 6º de Primaria en el Auseva, espera que este curso “sea mejor”. “El año pasado había unas redes y no podías pasar al patio de los demás. La mascarilla a veces ni me entero de que la llevo puesta, la llevo bien”, explica. Su amiga leonesa Lucía Rivero, también de 6º de Primaria, cruza los dedos para que este año todos los compañeros “podamos jugar juntos”. “Echo de menos a mis amigos, pero la verdad es que no tengo ganas de hacer deberes”, remata.

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