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Solo uno de cada cuatro docentes bilingües de la pública tiene nivel alto de inglés

El sindicato ANPE revela la necesidad de formación de los profesores, pero discrepa de que el balance académico del programa sea negativo

Tan solo el 25% del profesorado de la pública que da clases en el programa asturiano de bilingüismo tiene un nivel alto (C1) o muy alto (C2) de inglés. Así lo revela un estudio elaborado por el sindicato docente ANPE en pleno debate sobre la efectividad de este sistema, consistente en impartir en otro idioma un mínimo de dos sesiones semanales en Primaria y de una a cuatro asignaturas en etapas superiores. El informe de la organización mayoritaria de la pública recoge que la mayoría de los docentes habilitados, el 75%, tiene una formación intermedia (B2) en inglés, mientras que el 22% un C1 y el 3% un C2. En el caso de francés, las cifras son similares: el 75% del profesorado posee un B2, el 21% un C1 y el 4% un C2. Son muchos los docentes que creen que los profesionales del bilingüismo deberían tener “el máximo nivel” en lenguas extranjeras para mejorar las competencias de sus alumnos.

El presidente de ANPE, Gumersindo Rodríguez, pone el foco en que el crecimiento del programa bilingüe en Asturias –con 221 centros tanto públicos como concertados y 1.616 profesores en la actualidad– “se ha construido con el esfuerzo de maestros de Primaria y profesores de Secundaria que han puesto a disposición de Educación su formación en idiomas a coste cero para la Consejería”. De ahí que el sindicato reclame incentivos económicos con el doble objetivo de “atraer a más profesorado y compensar el esfuerzo formativo y la especial dedicación que exige preparar las clases de una especialidad en otro idioma”. En otras comunidades autónomas, como Madrid, destaca Rodríguez, los docentes adscritos al sistema bilingüe reciben un complemento superior a los 200 euros al mes.

Hoy en día, los programas bilingües son voluntarios para los profesores y para los centros asturianos. En la pública, según datos de ANPE, hay habilitados –eso no quiere decir que estén ejerciendo este curso dentro de este modelo– el 42% de la plantilla del Principado, con 5.471 docentes. Una cifra que “se ha duplicado desde 2015, año en la que había 2.560 profesores bilingües”. En 2009 había 185. De los más de 5.000 actuales, 4.707 están habilitados para inglés, 549 para francés, 127 para alemán y 88 para italiano.

Aparte del programa bilingüe, que en Asturias comenzó a andar en 2008 con 55 centros, se imparte un currículo integrado de español-inglés en cuatro centros de la región, fruto de un convenio firmado entre el Ministerio de Educación y el British Council en 1996. Son los colegios Atalía (Gijón) y Ventanielles (Oviedo), y los institutos Emilio Alarcos (Gijón) y Pérez de Ayala (Oviedo). “La clave es que nuestro currículo es integrado, es decir, no va el inglés por un lado y el castellano por otro”, explica Socorro Freire, directora del colegio público Ventanielles. “Nuestra forma de enseñar el inglés es como si se tratase de una lengua materna. Aparte de la clase específica de inglés, los alumnos reciben en esta lengua las asignaturas de Sociales, Naturales y Artística”, añade. En el caso del IES Emilio Alarcos, según detalla su jefa de estudios, Marta Menéndez, se imparten en inglés Biología, Geología, y Geografía e Historia en toda la ESO, más alguna materia que varía según la etapa. “Además tenemos dos asesores extranjeros que son los que llevan el grueso del programa”, detalla.

Tras diecisiete años de bilingüismo en la región, ANPE echa en falta, en palabras de su presidente, tres cosas básicas. La primera, que “no haya un decreto normativo que regule el programa”. La segunda, que “no se haya hecho una evaluación/ medición de resultados desde su puesta en marcha que permita pulir los defectos”. Y la tercera, que “se siga sin ofrecer incentivos económicos al profesorado”.

“Estas carencias –dice Gumersindo Rodríguez– lastran el desarrollo y sólido asentamiento de unas enseñanzas que juzgamos imprescindibles y que resultan atractivas para las familias y para los propios alumnos, al tratarse de un modelo de enseñanza con estudiantes motivados, con ganas de aprender, en aulas que soportan ratios inferiores a la media”. ANPE discrepa con los docentes y los padres de alumnos que aseguran que los jóvenes no aprenden los contenidos. “Desde el punto de vista académico, el balance es positivo: el alumnado mejora considerablemente su capacidad comunicativa en la lengua extranjera y sus expectativas profesionales”, concluye el sindicato.

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