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María Jesús Domínguez Profesora titular de Geodinámica Externa de la Universidad de Oviedo

“Lo deseable sería emitir una alerta por argayos como se hace con los incendios”

“Quizá no somos conscientes del territorio en el que vivimos: no es lo mismo conducir en un día lluvioso por Valladolid que por Asturias”

María José Domínguez. | LNE

La geóloga María Jesús Domínguez forma parte del equipo de investigadores de la Universidad de Oviedo que en 2015 diseñó una base de datos para registrar los argayos que se producen en Asturias. Y desde 1980 hasta 2020, que es el periodo analizado, van “3.000”. El último, el desprendimiento mortal de Tineo este fin de semana. La profesora titular de Geodinámica Externa de la Universidad de Oviedo asegura que las únicas “armas” frente a ellos son: “ciencia, mucha observación y educación”. “Quizá no somos conscientes del territorio en el que vivimos; no es lo mismo conducir un día lluvioso por una carretera de Valladolid que por una vía de Asturias”, advierte. La investigadora del grupo Geocantábrica también aboga por crear en el Principado un sistema de alertas parecido al que ya se utiliza por riesgo de incendios, nevadas o inundaciones.

–¿Cuántos argayos tienen contabilizados a día de hoy en su base de datos?

–Desde 1980 hasta 2020, que son los años que tenemos medidos, son unos 3.000 argayos en toda Asturias. Los hay de todo tipo: de pequeña entidad y que se resolvieron sobre la marcha, grietas que no desembocaron en una caída de rocas sobre infraestructuras, movimientos de tierra mortales o argayos que se reactivaron en varias ocasiones. La Base de Datos de Argayos de Asturias, BAPA, no tiene cifras de 2021 porque estamos sin financiación y no tenemos a nadie que pueda dedicarle tiempo. Hemos llamado a alguna puerta, a ver si se interesaban las administraciones, pero nada.

–¿Los desprendimientos asturianos siguen algún patrón?

–Hay algunas rocas más propensas a caer que otras y son las más blandas. En el argayo de Tineo, sin embargo, se movieron rocas duras que estaban agrietadas. Por lo general, se producen más argayos en la zona centro de la región, aunque hay riesgo en cualquier parte en donde haya pendientes, ya sea natural o un talud. Si hablamos de una roca que está totalmente saneada, fresca, que no tiene fisuras, es estable. Pero cuando la roca ha sufrido heladas o está agrietada por alteraciones, se cae.

–¿Se podrían evitar de alguna forma estos argayos?

–La naturaleza es caprichosa. No se puede prever al cien por cien. Nadie puede decir que el día 25 de noviembre a las diez de la noche va a haber un argayo en tal sitio. Pero sí podemos avanzar en el conocimiento para saber en qué condiciones tienen lugar y adelantarnos en la medida de lo posible. La base, como digo, es el conocimiento, pero también es muy importante la concienciación; ser conscientes de que estamos en una zona que es muy propensa a los desprendimientos y que hay áreas muy peligrosas y muy susceptibles a desencadenar este tipo de movimientos. Quizá no somos conscientes de en qué territorio vivimos. En resumen, las armas son ciencia, observación y educación.

–¿Corremos un mayor riesgo aquí que en otras regiones?

–Si comparamos Asturias con Castilla... El Principado tiene el cóctel perfecto: la orografía, las pendientes y las precipitaciones. Por eso digo que hay que ser conscientes: no es lo mismo conducir un día lluvioso por una carretera de Valladolid que por una vía de Asturias. Igual que hay una alerta de incendios en verano, hay que extremar la precaución con los argayos. Hace falta mucha concienciación.

–¿Necesita Asturias un plan de alertas por argayos como el que ya funciona para incendios, nevadas o inundaciones?

–Claro, esa sería nuestra aspiración: llegar a emitir una alerta cuando el terreno ya está muy saturada y sigue lloviendo. Tendría que poder activarse una alerta, no para exigir que nadie salga de sus casas, pero sí para minimizar al máximo las situaciones de riesgo.

–¿En los últimos años han apreciado un aumento de estos fenómenos?

–Nuestra fuente principal de datos es la hemeroteca de la prensa y, fundamentalmente, la de LA NUEVA ESPAÑA. Cada vez tenemos más noticias de argayos, pero no creemos que sean porque se desencadenen más. Sino porque, con el paso de los años, LA NUEVA ESPAÑA fue sumando más ediciones y cubriendo más territorio. De todas formas, somos conscientes de que nuestra base de datos solo es la punta de iceberg. Porque hay muchos desprendimientos que no son noticia; ocurren en zonas despobladas y no nos llegan.

–¿Podrían ir ahora a más?

–Se toman medidas de tipo estructural o defensivos en los taludes de las carreteras para evitar la caída de rocas. Si esas medidas se dejan de tomar, lógicamente influirá.

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