Ser joven es uno de los factores de exclusión social que ha sacado a la luz la pandemia del covid-19, que después de casi dos años ha dejado a once millones de personas en esta situación, 2,7 millones de jóvenes de entre 16 y 34 años, y ha duplicado la precariedad laboral, que alcanza a casi dos millones de hogares.

Estas son algunas de las conclusiones del informe “Evolución de la cohesión social y consecuencias de la covid-19 en España”, elaborado por la Fundación Foessa y presentado ayer por Cáritas, que alerta de la “profundización” de la brecha de desigualdad en la sociedad española, en la que los grandes damnificados por el covid han sido los más débiles, “a quienes no ha llegado el denominado escudo social”. Este informe también recoge que las autonomías del centro y del norte del país son las que presentan tasas más reducidas de exclusión. Asturias registra la segunda mayor tasa de integración plena, con un 54,9%, solo por detrás del País Vasco, que tiene al 57,75 de su población en esa situación.

“Cada crisis aumenta la desigualdad y el impacto de esta ha sido grave y severo”, subrayó la secretaria general de Cáritas Española, Natalia Peiro, que ha detallado que, de los once millones de personas que ha dejado la pandemia en exclusión social, seis millones están en situación de pobreza severa, lo que supone 2,5 millones más que en 2018 y la cifra más elevada registrada en España desde 2007.

En 2021 se sumaron más de 650.000 nuevas personas jóvenes (de 16 a 34 años) a la exclusión, la mayoría en situación severa, lo que supone 500.000 más respecto a 2018 y elevan a un total de 1,4 millones de jóvenes en situación severa.