El padre Ángel García (Mieres, 1937) ha viajado a Polonia con cinco autocares de ayuda y mañana viernes regresará con ellos llenos de refugiados. Según indicó, se quedarán en Barcelona. El mierense anunció además que ha vuelto a sacar a subasta el pectoral del arzobispo Gabino Díaz Merchán, aquel que le regaló el prelado en 1970. Lo cierto es que ya van unas cuantas veces que lo hace. Este jueves aseguró que lo hacía por tercera vez, pero en sus memorias, publicadas por LA NUEVA ESPAÑA hace trece años, ya aseguraba que lo había sacado a subasta, con el anillo del prelado, unas tres o cuatro veces. Eso sí, quiso remarcar que no hay riesgo de que pase a manos indebidas. "Siempre nos lo devuelven", aseguró.

"Lo importante es el gesto, ayudar a esta gente que tanto lo necesita. Con ese dinero puede comer una familia", comentó a primera hora de la tarde de este jueves. Y es que "la gente lo hace por cariño, por afecto". Añadió por otro lado que "Asturias tiene que volcarse" con esta causa. Esta tarde, en Polonia, el padre Ángel constataba por sí mismo, "en carne y hueso", el drama de los ucranianos que huyen de un país en guerra. "Es como se ve en la tele, ni más ni menos", comentó el sacerdote, siempre entregado a la ayuda a los más necesitados.

En sus memorias, el padre Ángel comentó cómo se hizo con el pectoral, que este jueves fue mostrado en una cadena de televisión. "El anillo y el pectoral siempre vuelven. Además, don Gabino ha sido un hombre al que yo he tenido que tener casi en silencio mucho tiempo, cuando me ayudaba muchísimo. Conservo todavía algo que puede ser una foto que no ha salido nunca. En una ocasión lo estábamos pasando muy mal y fui a ver a don Gabino, hacia 1970. Tarancón ya nos había ayudado mucho, con el dinero de sus libros, por ejemplo, y don Gabino cogió el anillo y la cruz pectoral y me los dio, para que los vendiera y sacara dinero. Pero con una condición: que no dijera que eran suyos. Los guardé durante tiempo y un día los saqué a subasta en un programa de televisión, por Navidades. Estaban pujando unas cuantas personas y yo las pasé canutas y me asusté cuando se me ocurrió pensar. 'A ver si ahora puja Rappel, el adivino, lo compra y se pone ese pectoral, y me mata don Gabino'. Entonces hablé con los miembros de una asociación de matrimonios. 'Por favor, pujad vosotros, no vaya a suceder esto'. Intervinieron en la subasta y los adquirieron, y después vinieron y me devolvieron el pectoral y el anillo. Y como me salió bien esa jugada, los subasté o los rifé tres o cuatro veces. Pero siempre vuelven, aquí están», relataba en el periódico, allá por mayo de 2009.