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Asturias se quita tímidamente la mascarilla en el interior: muchos comerciantes y hosteleros la seguirán llevado "por seguridad"

"Tiene que mandar la responsabilidad y el sentido común", coinciden en el pequeño comercio de la región

Guiomar Álvarez, con la mascarilla, en su floristería de Avilés

El fin de la obligatoriedad del uso de la mascarilla en el interior, que se hará efectivo mañana, será un proceso lento, y no todo el mundo aplicará esa nueva libertad. Al menos así lo aseguran comerciantes y empresarios consultados por este periódico. Seguridad, prudencia y costumbre son algunas de las razones empleadas por quienes abogan por seguir utilizando la mascarilla, aunque respetando a quien decida no llevarla.

Guiomar Álvarez Fernández es florista en Avilés. Regenta su negocio en la calle La Estación. Pese a la nueva norma que le permite a partir de quitar la mascarilla, ella no lo hará. “Voy a seguir poniéndola dentro del local”, afirma. Y explica: “Trabajo en un espacio reducido y con poca ventilación, si llevo puesta la mascarilla me siento más segura”. Además, Álvarez Fernández también suele llevar puesto el cubrebocas por la calle y más aún en lugares con aglomeraciones.

El gerente de la Unión de comerciantes de Avilés y comarca (Ucayc), José Antonio Álvarez, enviará mañana una circular a los asociados a modo informativo con la nueva normativa relativa al uso de las mascarillas. “Hay empleados de hostelería que ven con buenos ojos la obligatoriedad de la mascarilla, eso sí, siguen apelando a la responsabilidad individual”, señaló Álvarez, que manifestó en que cada negocio tendrá “total libertad” a la hora de usar el cubrebocas.

Edith Iglesias y Sandra Saiz, en su comercio de Gijón Marcos León

En la tienda de moda urbana “Repoker”, en la gijonesa plaza del Carmen, Edith Iglesias y Sandra Saiz esperaban esta tarde por noticias sobre el uso de la mascarilla en interiores. “Debería haber más información ya ahora, porque mañana supuestamente entra en vigor la nueva norma y no sabemos a qué atenernos”. Personalmente, dicen, seguirán usando el cubrebocas “sobre todo, por respeto”. 

“A mí, si no pusiera a nadie en riesgo, sí me gustaría quitarla. Son muchas horas y mucho tiempo hablando tras esta mascarilla. Tengo, incluso, algún problema de piel derivado de su uso”, apunta Edith Iglesias. Su compañera asiente: “La verdad es que estamos todos cansados, pero es cierto que mucha gente lo ve como un paso muy atrevido a dar. Consideramos que, como debe ser siempre, el respeto es lo primero”. 

Por eso mañana seguirán con la mascarilla puesta. Eso sí, si se quedan solas en el almacén o en otro lugar sin acceso del público, puede que descansen un poco del cubrebocas: “Tienen que mandar siempre la responsabilidad y el sentido común”. 

En los establecimientos de las Cuencas no se ha fijado una norma concreta sobre cómo comportarse a partir de mañana. La presidenta de la Unión de Comerciantes y Hosteleros del Caudal, Loli Olavarriera, se mostró convencida de que muchos de sus socios “mantendrán la mascarilla, aunque estamos a la expectativa de ver qué se hace a nivel regional”. 

Una opinión similar manifestó Marcelino Tamargo, presidente de la Asociación de Comerciantes y Hosteleros del Valle del Nalón. “Será algo que decidirá cada empresa, en el pequeño comercio no tiene mucho sentido tenerla puesta porque no se dan grandes aglomeraciones”, afirmó, señalando que, en tal caso, “acataremos lo que marque la legislación”. 

Uno de los negocios donde mañana se olvidarán de la mascarilla será en la peluquería que regenta Fany Álvarez. “Es un local espacioso y tenemos separación entre los puestos, las clientas, por su parte, serán las que decidan si quieren seguir con ella puesta”, destacó. Ana Moreira, que estaba siendo atendida por Fany Álvarez tenía claro que “no voy a seguir usándola, considero que estando vacunados y con lo que ha bajado la incidencia, ya es seguro”.

En el hotel familiar “Castillo del Alba” de Pola de Somiedo la retirada de las mascarillas será progresiva. Mientras que Inés González tiene pensado llevarla puesta por el momento, su hijo, Noé Álvarez, se la quita hoy mismo. “Yo me la voy a quitar ya”, dice con muchas ganas. Su madera, por contra, continuará con la protección puesta, al menos, mientras continúe la pandemia. “Cada uno elige en libertad”, señala. La medida también da un soplo de aire fresco a los turistas que disfrutan de las vacaciones de Semana Santa en el Parque Natural como la familia Domínguez Valdizán, de Cantabria, que, a partir de mañana, disfrutarán del interior de los establecimientos sin la mascarilla puesta. “Vamos a quitárnosla”, dice Alberto Domínguez, a lo que su mujer, Laura Valdizán, añade: “Los cuatro ya pasamos el ómicrom recientemente pero si fuera una persona vulnerable o que no lo haya pasado la llevaría puesta”. Eso sí, en los sitios concurridos seguirán poniéndosela. “El mayor riesgo ahora mismo lo tiene la gente no vacunada”, apostilla. 

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