Un joven madrileño de 29 años, que conducía completamente borracho, llevó a cabo una rocambolesca huida desde Madrid a Ribadesella después de atropellar y dejar herido de gravedad a un ciclista en la capital de España. Atravesó medio país con la luna delantera fracturada y un abollón en el capó. Le dio igual. Quería encontrarse con su novia en el descenso del Sella. No contaba con que le diesen el alto en la rotonda de Llovio y le retuviesen el coche. Pero no se arredró: esa misma madrugada se llevó el coche a un taller y él se marchó a Madrid en taxi.

Los hechos se iniciaron a eso de las siete de la mañana del 6 de agosto, en la glorieta de Niceto Alcalá Zamora de Madrid. El VolksWagen Golf negro del joven, vecino de Fuenlabrada, se llevó por delante a un ciclista de 42 años que circulaba correctamente por el carril bici. Lejos de parar, a pesar de que tenía la luna rota, el conductor siguió adelante. Enlazó con la M-11, luego con la A-1, llegó a Cantabria y de allí pasó a Asturias, camino de Ribadesella. Casi lo había conseguido cuando se encontró en la rotonda de Llovio con dos motoristas de Tráfico. Era el día de la piraguas y había muchísimos coches. Pero a los agentes les llamó la atención la luna rota. Luego vieron que el conductor venía ebrio. Dos pruebas de alcoholemia lo corroboraron: dio 0,48 y 0,51 miligramos de etanol por litro de aire espirado, el doble del límite legal.

La bicicleta arrollada. Policía Municipal de Madrid

No podía seguir conduciendo, así que el coche quedó aparcado en el estacionamiento del apeadero de Feve en Llovio. Los agentes sospecharon la luna fracturada. El conductor decía que había chocado con un pájaro, pero no había rastro de plumas y los daños eran demasiado importantes. Los agentes preguntaron a las unidades entre Asturias y Madrid por un accidente que encajase con los daños del coche, sin éxito.

El manillar de la bicicleta. Policía Municipal de Madrid

Al día siguiente, la situación dio un giro. Y es que el conductor decidió llevarse el coche retenido. Llamó al seguro y una grúa se llevó el coche a un taller cercano. Él se fue a Madrid en un taxi pagado por el seguro. Los agentes no tardaron en dar con el coche en el taller. Pidieron al mecánico que no se diese mucha prisa en arreglar los daños.

Como el coche estaba a nombre de un familiar del joven, vecino de Fuenlabrada, los agentes de Tráfico se pudieron en contacto con la Policía Municipal de Madrid, que no sabía en qué accidente pudo verse involucrado el coche. Los agentes insistieron y recurrieron a los detectores de matrículas de la M-30, la A-1 y la circunvalación de Burgos. esto les permitió seguir al minuto el trayecto del VolksWagen Golf, sino calcular a qué hora pudo ocurrir el accidente y en qué zona: entre Alcobendas y el distrito norte de Madrid. Con estos datos, la Policía Municipal pudo relacionar al coche con el atropello del ciclista. El día 9 fue convocado por la Policía Judicial de Tráfico de la Policía Municipal, pero se negó a declarar. Ahora está investigado por un buen número de delito: alcoholemia, desobediencia, contra la administración de Justicia, lesiones imprudentes y abandono de lugar de accidente.