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Asturias pelea el millón con la menor caída demográfica en un semestre desde 2012

La región perdió apenas 800 habitantes de enero a junio gracias al récord de llegadas desde el extranjero, y su población queda en 1.005.397

Un hombre pasea por Mieres, en una imagen de archivo. | FERNANDO GEIJO

Asturias contiene su hemorragia demográfica y se resiste a acercarse al millón de habitantes. Según los datos publicados ayer por el Instituto Nacional de Estadística (INE), el Principado cerró el primer semestre del año con 1.005.397 habitantes, muy poco más cerca de la barrera simbólica del millón que en enero después de registrar una caída de apenas 837 habitantes en los seis primeros meses del ejercicio. Con apenas cuatro asturianos menos de media al día, la rebaja asturiana vuelve a ser, como casi siempre, una de las más abultadas registradas en el periodo en una comunidad autónoma –la segunda, sólo por delante de la de Extremadura–, pero Asturias no pierde tanto si se compara consigo misma: su retroceso, del 0,08 por ciento, es el menos voluminoso de los consignados en la región en un semestre desde 2012.

Si se descompone el dato se verá que la crisis de la natalidad y la mortalidad permanece en sus grandes cifras casi intacta, pero que esta vez las migraciones, y en particular las procedentes del extranjero, sí han servido para compensar el imparable descenso debido al mayor número de fallecidos respecto a los nacidos. La mortalidad se ha disparado durante todo este año y ha diluido el efecto del repunte insólito que también han experimentado los nacimientos, que llevan al alza desde enero y que registraron en el primer semestre de este año un crecimiento casi inédito en diez años –la cifra de alumbramientos sólo había crecido una vez desde 2011–. Sin embargo, las muertes han crecido hacia cifras próximas a su récord y han cocinado una pérdida de población por motivos vegetativos –por la diferencia entre nacimientos y defunciones– de 4.667 habitantes entre enero y junio.

Este dato ya se conocía. El que faltaba por saber, y que fue divulgado ayer, es el del otro gran soporte de la demografía, el resultado de los intercambios migratorios. Es el saldo entre las ganancias y las pérdidas de estos movimientos lo que evita el descalabro de la demografía asturiana. Sin llegar a compensar la resta por la escasez de alumbramientos y la explosión de la mortalidad, Asturias atenúa el descenso sumando en el primer semestre 3.853 personas como fruto de los flujos migratorios.

Gana el Principado más población por esta vía en seis meses que en todo el año pasado (1.940) y queda registrado el mejor semestre en cuanto las llegadas de inmigrantes desde el extranjero del que hay noticia estadística. Entre enero y junio de este año se instalaron en Asturias 5.159 personas procedentes de otros países, la cifra más alta de la serie gracias a la contribución de 412 ucranianos huidos de la guerra en su país, pero sobre todo de 2.967 sudamericanos, 1.150 de ellos colombianos. A cambio, se fueron de Asturias al extranjero 1.276 personas, lo que da un saldo favorable con el exterior de 3.883 personas. Eso determina que en el Principado haya cada vez menos españoles y lleva la población extranjera, uno de los grandes déficits endémicos de la estructura demográfica asturiana, por encima de las 51.100 personas después de años muy por debajo de las 50.000.

Esta expansión migratoria, generalizada en todo el país, puede tener alguna relación, según algunas fuentes, con los viajes aplazados y la contención de los desplazamientos en los años de impacto de la pandemia, pero la estadística asturiana empeora cuando se miran los intercambios entre la región y el resto de España. Ahí Asturias pierde treinta residentes, fruto de 3.481 salidas que no pudieron compensar las 3.451 llegadas. Es el primer saldo negativo después de cuatro semestres seguidos en positivo, pero el juego de las compensaciones entre unas variables y otras da una pérdida de población total que por lo menos atenúa la caída demográfica total de Asturias.

El retroceso deja a la región a poco más de 5.000 habitantes del millón, y ahora con muchas dudas sobre si el paso de esa frontera –inédita para el censo asturiano desde los primeros años sesenta del siglo pasado– se materializará en la próxima actualización del censo, la del 31 de diciembre de este año. El desplome del segundo semestre debería ser muy voluminoso para que eso sucediera este año, pero para saberlo con certeza habrá que esperar. Hay que considerar que las pérdidas vegetativas del verano fueron las más intensas de la serie estadística debido al irresistible ascenso de la mortalidad, situada en cifras de récords históricos, así que todo dependerá del comportamiento de los movimientos migratorios en esta segunda mitad del ejercicio. En lo único que ya está computado, la diferencia entre nacimientos y muertes hasta septiembre, Asturias habría restado 2.225 personas más de las computadas por la reciente actualización del INE, que aún no darían para bajar del millón sin un descalabro migratorio, pero queda dicho que para tener certezas hay que esperar a los datos.

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