Ramón Fernández-Rañada Menéndez de Luarca (Oviedo, 1943-2024), arquitecto especializado en urbanismo, detrás de cuyo nombre están los planes de ordenación de la costa asturiana, de la ría de Villaviciosa y de Siero, Gijón, Avilés, así como de otros muchos concejos, falleció esta madrugada a los 80 años. El trabajo de Fernández-Rañada ha definido, en gran medida, la configuración actual del urbanismo de la región desde que los ayuntamientos son democráticos. De su trabajo, no hace mucho, escribió Pedro de Silva -expresidente regional- en LA NUEVA ESPAÑA que fue "uno de los mejores urbanistas que ha dado España" con una forma de trabajo que era "un prodigio de equilibrio entre la visión general y la atención al detalle, a la problemática de cada manzana, de cada rincón, con soluciones ingeniosas a nivel micro”.

Mención especial entre sus trabajos merecen el el POLA (Plan de Ordenación del Litoral Asturiano) y, más recientemente, el Plan Territorial Especial del Suelo No Urbanizable de Costas de Asturias (PESC), galardonado con el primer Premio de Urbanismo Español que convoca el Consejo Superior de Colegios de Arquitectos de España (CSCAE) junto con la Unión de Agrupaciones de Arquitectos Urbanistas (UAAU). Un reconocimiento a un trabajo que es "la expresión de una estrategia conservacionista de largo recorrido aplicada a un sector del territorio especialmente vulnerable". También hace hincapié en el modo en que se articula a partir de la depurada aplicación de la metodología clásica de los arquitectos urbanistas a un ámbito geográfico muy extenso, "aunando la versatilidad funcional con el respeto al medio, y apoyándose en una gran labor cartográfica e informativa". El PESC, aprobado en 2016, nació como desarrollo normativo del Plan de Ordenación del Litoral Asturiano (POLA), que también fue distinguido a su vez con el Premio Europeo de Urbanismo en 2006. Fernández-Rañada consideraba que había pertenecido a una generación de arquitectos que se había formado con la convicción de "que la forma de intervenir en la sociedad no era la arquitectura, sino el urbanismo", tal como él mismo contó a LA NUEVA ESPAÑA en una entrevista en profundidad.

Fernández-Rañada deja esposa, María Elena Lobato de Blas, y tres hermanos, Carmen, Josi y Manolo (el mayor, Antonio, falleció). El funeral en su memoria se celebrará mañana martes en la Basílica de San Juan el Real de Oviedo, a las 13.00 horas.

El urbanista ovetense fallecido se formó en Arquitectura en Madrid (1962), una carrera que eligió por la suma de su habilidad con el dibujo "y el tipo de vida agradable, de trabajo sin horarios", que aspiraba a tener, contaba. Su interés por todo le llevó también a matricularse en Filosofía -que dejó pronto- y en Sociología, quedando marcado por dos profesores, Tierno Galván y José Luis Sampedro.. Finalmente se especializó en distintos lugares de Europa en Urbanismo y Restauración de Monumentos.

Como esta mañana destacaban desde el Colegio de Arquitectos, ejerció su actividad principalmente en trabajos de Planeamiento, habiendo realizado numerosos Planes y Normas para toda Asturias, incluso el Plan de Ordenación del Litoral Asturiano (POLA).  Con la Revisión y Adaptación de 1982 del Plan de Ordenación Urbana de Gijón, en el que colaboraron José Ramón Menéndez de Luarca, Gerard Loch y Carlota Navarro, recibió el Accésit del Premio Nacional de Urbanismo 1985 y el Premio Asturias de Arquitectura; en 1987 ganó el concurso de Ideas de la Ciudad Industrial del Valle del Nalón y en 2007 el POLA recibió el Premio Europeo de Urbanismo.

Además, de 1975 a 1978 fue Presidente de la Delegación de Oviedo del Colegio Oficial de Arquitectos de León y Asturias.

Tuvo además activismo político, derivado de su interés social y su sentido ético de la vida. Entró en la oposición democrática en 1963, en el Sindicato de Estudiantes Universitarios Madrileño (SDEUM). Decía entonces que "reivindicar era hacer saltos, difundir algún escrito, molestar y que publicara algo «Le Monde'". Llegó a presidir la Junta Democrática y luego la Platajunta, pero asumía que "habría sido un mal político".

Y tuvo un destacado activismo ecologisto, ya que en 1971 entró en ANA (Asociación Asturiana de Amigos de la Naturaleza) y tenía a gala haber paralizado la papelera de Orense, la de Bueño, así como una lucha contra la de Navia y la central nuclear de la Concha de Artedo.