Los Campos, Illán GARCÍA

Los niños de Los Campos estaban ayer «con las manos en la masa» moldeando los pegoyos de un hórreo que el lunes terminarán. El hórreo, eso sí, está hecho con plastilina, pinzas, cartón y pintura de dedos. Esta actividad está enmarcada en las propuestas veraniegas del Ayuntamiento para los más pequeños. Gabriel Moya, uno de los pequeños artistas, conoce a la perfección la utilidad del hórreo, edificio emblemático de la tradición asturiana. «Valen pa meter les patates. Las meto yo con mi güelo, que tien un horro en Perdones. A veces también meten sillas y mesas», dice Moya, quien añade: «A veces, cuando mi madre era pequeña, la castigaben metiéndola allí, pa que aprendiera».

Las partes de este edificio tan característico no se les escapaban a los «moldeadores de plastilina». «El pegoyu, el pilpayu, la muela... En los hórreos se guarda la comida para que suban los ratones», explica Andrea Rodríguez. Los niños son conscientes de la importancia de los hórreos en la cultura asturiana. «Si desaparecen, se pierde parte de nuestra cultura», reconocen.

El próximo lunes, los niños y las dos monitoras del taller de construcción del hórreo leerán el cuento «Los mures de Maruxa», donde se explica el objeto de estas construcciones y los alimentos que tradicionalmente se guardan en los hórreos.