El agudo sonido de las sirenas sobrecogió a los vecinos. Eran las cinco menos cuarto de la tarde cuando los camiones de Bomberos, cruzando Avilés a toda velocidad, alertaban de que algo no iba bien. Pronto, las miradas se volvieron hacia la vieja Cristalería, ahora Saint-Gobain, una fábrica de vidrio con más de setecientos trabajadores de la comarca avilesina. Una columna de humo marrón negruzco confirmó las sospechas: el corazón de Cristalería ardía debido a una avería que produjo un escape de líquido de vidrio fundido a más de 1.500 grados, similar a lava de un volcán. Como consecuencia, según fuentes próximas al suceso, el horno, pieza clave del entramado fabril de Cristalería, explotó, y la producción cesó de inmediato.

Pese a lo grave del suceso, según trabajadores, sólo dos hombres, uno belga y otro portugués, resultaron heridos leves en un brazo y una pierna por quemaduras. La empresa, no obstante, aseguró que no se habían producido daños personales. A la puerta de Saint-Gobain, la buena nueva por la salud de los operarios contrastaba con la consternación de los operarios: del horno depende la producción -750 tonelas al día- É y el empleo.

La avería que destruyó el horno se produjo cuando se estaba cambiando una pieza refractaria durante una inspección rutinaria. Por causas aún desconocidas, se perforó la pared del horno y se produjo el escape. Luego, llegaron los camiones de Bomberos y, pese a los intentos por enfriar la colada, el horno y las bóvedas se vinieron abajo. Sonaron explosiones -la colada se mezcló con gases- y, mientras se agolpaban vecinos a la puerta de Saint-Gobain, un afectado afirmó: «Es la mayor avería de la historia».