M. MANCISIDOR

23 de julio del año 2004. En aquella fatídica jornada, Ramón del Barrio, que padece un trastorno mental, se acercó por detrás al pequeño Borja Solar mientras éste jugaba en el parque Isabel la Católica. El mierense, de 36 años y vecino de El Coto, le cortó el cuello. 15 de abril de 2008. «La he matado... Ahora estás callada, te quiero mucho», afirmaba ante la Policía Ángelo Caratenuto, de 35 años, mientras acariciaba, en plena calle, un bulto extraño envuelto en un trapo donde aseguraba tener guardada la cabeza de su madre. El presunto parricida de Murcia había sido hospitalizado varias veces para recibir tratamiento psiquiátrico y protagonizó episodios de violencia contra su progenitora. 22 de abril de 2008: una madre avilesina suplica a través de LA NUEVA ESPAÑA ayuda judicial para que se obligue a tomar la medicación a su hijo, preso en Villabona, enfermo mental y que en julio saldrá «más agresivo que como entró».

¿Víctimas o agresores?, ¿psiquiátricos o tratamiento a domicilio?, ¿qué recursos tiene a su disposición un enfermo mental? El psiquiatra y coordinador del servicio de Salud Mental de Avilés, Juan José Martínez Jambrina (León, 1964), analiza en la siguiente entrevista los últimos sucesos en los que se han visto supuestamente involucradas personas que padecen patologías de salud mental. Jambrina, licenciado en Medicina y Cirugía por la Universidad de Salamanca, es especialista en Psiquiatría desde 1996. Posteriormente dirigió el programa de asistencia psiquiátrica de la Agencia Antidroga de la Comunidad de Madrid y en junio de 1999 se incorpora al equipo de tratamiento asertivo comunitario de Avilés, que ahora dirige. Leer, escribir, el fútbol y los toros son sus aficiones.

-En las últimas semanas los enfermos mentales han ocupado las primeras páginas de los periódicos. ¿Enfermedad mental es sinónimo de agresividad?

-En absoluto. Más bien lo contrario. Lo que caracteriza con mayor detalle a las personas con una enfermedad mental grave (una psicosis) es lo contrario: la alogia, la apatía, la abulia, el aislamiento social y la pérdida de energía, que son los mal llamados síntomas negativos. Aunque sucede que hay enfermos mentales que consumen tóxicos o que obvian las recomendaciones médicas y que a veces, en escaso porcentaje, pueden tener episodios de agresividad. En esto coinciden con las personas normales. Los que alertan de manera indiscriminada sobre la agresividad de los enfermos mentales me recuerdan a los que alertan sin datos sobre la peligrosidad de los inmigrantes. A la luz de las estadísticas y viendo cómo se trata a ciertos inmigrantes y cómo se juega con las limitaciones de muchos enfermos, somos más de temer los de casa y las personas normales. Quiero decir, y no es un tópico, que los enfermos mentales son con más frecuencia víctimas que verdugos. También sucede que los episodios de agresividad del enfermo mental suelen tener un carácter desconcertante, de imprevisión y de crudeza que los hace muy angustiosos para la población. A la par que especialmente apetecibles para el cine, la literatura o el periodismo de ciencia ficción.

-¿Cómo explicaría el caso del joven que supuestamente degolló a su madre en Murcia?

-No lo conozco salvo por titulares de prensa, y en estas circunstancias no puedo opinar.

-¿Y el del hombre que mató a un niño en Gijón?

-Me sucede lo mismo. Una atrocidad. Pero sólo conozco lo que salió en la prensa y la sentencia de la Audiencia, en la que, por cierto, echo en falta las razones por las que se concluye que hubo un deficiente funcionamiento de los servicios de Salud Mental.

-Ahora que se reabre el debate sobre si son más efectivos los manicomios o el tratamiento en la calle, ¿de qué lado está?

-No creo que se reabra ningún debate. Que yo sepa, se plantean correcciones sobre el modelo existente. Yo he trabajado en ambos modelos y trabajaré donde me manden porque lo me preocupan son los enfermos. Pero sucede que hay suficiente información científica que sostiene que, a igualdad de gasto, el modelo comunitario es más eficaz, mejora más la calidad de vida y produce mayor satisfacción en los pacientes y sus familiares que la asistencia en el hospital psiquiátrico monográfico. Me interesan los argumentos científicos, no los ideológicos.

-¿Cuáles son las alternativas para los enfermos mentales?

-Para los graves es necesario seguir desarrollando redes socio-sanitarias que garanticen una vivienda adecuada, acceso a programas sólidos de rehabilitación laboral u ocupacional y la potenciación de iniciativas de ocio y tiempo libre adecuadas a sus problemas. En España, en cobertura del espacio sociosanitario andamos lejos de la media europea.

-Avilés es pionero en el TAC (tratamiento asertivo comunitario). ¿En qué consiste este programa de atención a enfermos mentales?

-Se trata de un equipo multidisciplinar de psiquiatras y personal de enfermería que trabaja siempre en el medio familiar, domiciliario o social del paciente. Pensamos que sólo así podremos garantizar en los casos más graves el cumplimiento terapéutico y el acceso a los programas de rehabilitación. Un seguimiento cercano e intensivo de los enfermos con más problemas hace prácticamente innecesarias las medidas de fuerza antes citadas. El equipo de TAC de Avilés ha sido nombrado referente nacional por el Ministerio de Sanidad. Lo que no acertamos a explicarnos es por qué hay comunidades autónomas que aún no han incorporado el dispositivo a su cartera de servicios. En el Reino Unido funcionan cerca de 300 equipos. En Holanda se ocupan de la atención de casi todas las personas con enfermedades mentales graves y no sólo de las que tienen más dificultades. Incomprensiblemente, en España sólo funcionan siete equipos.

-¿Cuántos pacientes participan en este programa?

-Desde 1999 han sido derivados 130 casos al equipo de TAC de Avilés. En este momento tenemos 110 pacientes a cargo. Esperamos seguir creciendo en personal para poder cubrir todas las necesidades del área.

-¿Cuál es la salud mental de los españoles? ¿Ha habido un incremento de patologías de este tipo?

-Yo soy muy escéptico con esto de la salud mental nacional. No creo que haya habido grandes variaciones en los últimos años. No hay un mayor número de trastornos mentales, aunque sí puede que haya más infelicidad en muchas personas. Pero la infelicidad, que puede acarrear intensos sufrimientos, no es un problema mental. En todo caso, retroceden ligeramente los cuadros más graves y se incrementan los cuadros ansioso-depresivos. Nos preocupa la general tendencia a etiquetar como problemas mentales todo tipo de malestares personales. Hace unos diez años que se puso en marcha en Estados Unidos un movimiento para intentar frenar este camino hacia la victimización más o menos generalizada. Es necesaria una reevaluación de prácticas y políticas en materia de salud mental y de las necesidades reales de la población asistida. De seguir así se verá comprometida la competencia profesional de los colectivos implicados y a medio plazo la viabilidad económica de la asistencia.

-¿Qué enfermedad es la que tiene más prevalencia? ¿Por qué se caracteriza?

-En línea con lo ya comentado, los trastornos de adaptación y de ansiedad suponen más del 50 por ciento de la demanda. Coincido con el profesor Gómez Beneyto, catedrático de Psiquiatría de la Universidad de Valencia, en que, si uno aplica estrictamente los criterios médicos y psicológicos para hacer un diagnóstico de enfermedad mental, uno de cada cuatro españoles los cumple, pero eso no quiere decir que todos precisen tratamiento. Hay personas que están pasando crisis que cederán espontáneamente y sin ningún tratamiento; otras que sufren males enraizados en el ámbito social, como, por ejemplo, problemas relacionados con la pareja o el trabajo, cuya solución supone un cambio en las situaciones sociales, no un tratamiento médico. Luego, existe un tercer grupo que efectivamente cumple los criterios de diagnóstico para un trastorno mental. De esta manera, si se restan de estas personas que cumplen criterios médicos aquellas cuyo mal tiene un enfoque social y otras que son transitorias, se obtiene, como mucho, un 5 por ciento de personas con problemas mentales.

-Los enfermos mentales aún deben soportar la estigmatización. ¿Esto puede influir en su comportamiento?

-Por supuesto, es un problema terrible. Muchos pacientes no se atreven a salir de casa en los días posteriores a cualquier incidente público en el que esté implicada una persona a tratamiento psiquiátrico. Es muy doloroso comprobar el rechazo social al que se somete a personas cuyo mayor delito suele ser el sufrimiento o la angustia.