E. CAMPO

Los cortos son una comedia y, si no, que se lo pregunten a los participantes en la inauguración del VII Certamen Nacional de Cortometrajes «Villa de Avilés». El monologuista Raúl Cimas tomó el micrófono y las risas de los espectadores se escuchaban desde fuera del auditorio de la Casa de Cultura, donde se celebró el acto. El de la «Muchachada Nui» habló de lo divino y lo humano, de su sensibilidad extrema, que le hizo poder usar los auriculares en un viaje que hizo con Renfe. Pero no habló de política. Y eso es porque, según confesó antes de su actuación, ni es un gran seguidor de la actividad de los políticos ni cree que sean cercanos a la gente. «No se me ocurre otra forma de hablar de política si no es dando hostias, y los de "Muchachada" estamos girando hacia el humor blanco», explicó.

Cimas se resistió durante años, pero finalmente su agenda le permitió estar en el certamen de cortos avilesino, tal y como explicó el responsable del festival, Jorge Iván Argiz. Del porqué de la proliferación de monólogos y monologuistas, el albaceteño, licenciado en Bellas Artes, señaló que «a la gente le gusta hablar mucho», pero que el género no está tan extendido como en Estados Unidos. «Al final aquí somos cómicos. Lo que tiene el monólogo es que es un medio muy barato, sólo necesitas un micrófono; yo hice monólogos donde ni siquiera cabría un cantautor».

Lo más difícil del oficio para Cimas es darse cuenta de cuándo un chiste es malo. Porque los que ayer hilvanó en la Casa de Cultura tuvieron éxito, pero reconoció que a veces arrastra malos chistes durante años. «Lo más importante para enganchar al público es que te vean como un amigo cercano. Yo hablo de mi infancia, de mi padre, de perros, de plantas, de Dios, de Torquemada... no hay ningún patrón de cómo triunfar». Su experiencia se fraguó en su trabajo como guionista y actor de «La hora Chanante», en «Nuevos cómicos», «La gran evasión», fue también reportero para Buenafuente, y participó en la adaptación teatral de «Misterioso asesinato en Manhattan» de Woody Allen».

Pero no sólo de monólogos vive un certamen de cortos, y después de las risas llegó la exhibición de cortometrajes de animación: «Perpetuum mobile», de Enrique García y Raquel Ajofrin; «El ataque de los kriters asesinos», de SAM; «Hezurbelizak, una fosa común», de Izibene Oñederra; «El bufón y la infanta», de Juan Galiñanes; «Tadeo Jones y el sótano maldito», de Enrique Gato; «La dama en el umbral», de Jorge Dayas; «El misterio del pez», de Giovanni Macelli; «Chokopulpitos», de Pablo Llorens»; y «Jazz song», de Jorge González. Por último, la primera sesión de cine a un euro, con la proyección de las aventuras de «Highlander, the search for vengeance». Después de esta toma de contacto llegan los platos fuertes de un certamen que se desarrollará hasta el sábado y donde la clausura llegará, de nuevo, en clave de comedia.