Saúl FERNÁNDEZ

Sin tocar «un pijo» -al decir de Joaquín Sabina en el documental «Las huellas de Bob Dylan» que se pasó ayer tarde en el Club Prensa Asturiana de Avilés-, el músico de Minnesota se ha convertido «en una de las personas más influyentes del siglo XX... y también del XXI», en opinión de David Serna, periodista de Radio Nacional, que fue quien abrió juego en el homenaje que los aficionados avilesinos rindieron anoche en el salón de actos de la Escuela de Arte al que buscó las respuestas en el viento.

Dylan, que hoy cumple 67 años, es todo él «una religión». Álvaro Lozano, otro de los invitados al tributo avilesino al penúltimo premio «Príncipe de Asturias» de las Artes, se declaró «modesto párroco» de esta devoción desorbitada hacia el autor de «Like a rolling stone» y otros mojones más en la última historia de los hombres. «Hay cardenales, hay obispos... y yo creo que porque saben inglés», añadió Lozano. Todos los jerarcas de esta «religión», sin embargo, presentan síntomas comunes: se saben el año del primer concierto de Dylan en España, el corte tal del álbum aquel... «Empezamos a acumular material...», se explicó Lozano. Todo por uno de los grandes compositores del momento. «En el fondo, lo que a mí me pasa es que lo que me gustan las grandes canciones... y me importa poco el artista», admitió Lozano, como en una paradoja. Devoción, sí, pero poca.

Bob Dylan, que decidió no venir a recoger el premio que sí había recogido Yasir Arafat, es, al decir de los aficionados reunidos por LA NUEVA ESPAÑA, «frío, pero de una frialdad que encanta», como señaló Lozano, que explicó que esta aparente distancia «viene de la "Gira Interminable"· de 1988, porque antes sí que hablaba con el público». Devoción completa.