La Granda (Gozón),

Francisco L. JIMÉNEZ

El campo asturiano, según los expertos en economía y sociología reunidos desde ayer en La Granda para analizar la problemática rural del Principado, se encuentra en un punto de inflexión: sale del proceso de industrialización en que estuvo inmerso las últimas cuatro décadas y afronta el reto de entrar en el siglo XXI. Lo malo es que aún no ha encontrado la puerta que conduce a la modernidad; dicho de otro modo, aún no está definido el modelo rural que le conviene a Asturias. El asunto inspira el curso de verano que ayer comenzó con la dirección del catedrático de Economía Juan Velarde y el patrocinio de las firmas lácteas Central Lechera Asturiana y Reny Picot.

Diagnósticos de la situación al margen, las primeras ideas no tardaron en aflorar: acceso universal a las tecnologías de la información, complemento de las rentas agrarias con nuevas actividades terciarias, algunas tan imaginativas como la atención in situ de los jubilados del campo; resolución de los conflictos de propiedad que mantienen inmovilizada una importante masa de tierra susceptible de usos ganaderos o forestales, la revisión del modelo turístico, ahora anclado en el mero alojamiento, y, en general, el desarrollo de una estrategia integral que aproveche los activos de la Asturias verde en beneficio de los pobladores del campo.

Como no podía ser de otra manera con el campo como referente, también se habló de las actividades propiamente agrarias, si bien los ponentes ayer en La Granda coincidieron en subrayar que la mera actividad primaria (agricultura, ganadería, silvicultura...) no basta para garantizar rentas atractivas que fijen la población rural y mucho menos, objetivo más ambicioso aún, para atraer nuevos habitantes a esas zonas. A este respecto la gran pregunta la planteó el economista Joaquín Lorences y quedó flotando en el ambiente sin que nadie se atreviese a darle respuesta: «¿Asturias debe acentuar su identidad lechera, corregimos y apostamos por la carne, el futuro está en la silvicultura o, más complicado aún, el camino correcto es un mix de esas actividades?», inquirió Lorences.

Pedro Astals y Juan Velarde explicaron que el propósito del curso de verano sobre el medio rural asturiano no era tanto marcar cuál debe ser el rumbo del campo asturiano para las próximas décadas como servir de preámbulo a otro foro, este posiblemente con presencia de la Administración regional, previsto para el otoño y donde se pretende llegar a conclusiones que permitan empezar a tomar decisiones estratégicas. El aperitivo de ayer en La Granda, no obstante, permitió adquirir conciencia de por dónde irán los tiros.

Juan Velarde detalló las circunstancias que hacen inevitable redefinir la estrategia agraria asturiana so pena de quedar en fuera de juego: Alemania, de un tiempo a esta parte, aboga por una política agraria común más favorable para los países de su entorno (mala noticia para la cuenca mediterránea); Estados Unidos presiona para colocar sus excedentes agrarios en Europa, lo mismo que los países en vías de desarrollo. «Hasta el Papa Benedicto XVI solicita en su última encíclica el levantamiento de las barreras al libre comercio de productos agrícolas», comentó el profesor Velarde. La traducción de todo lo anterior para Asturias no es otra, recalcó el economista, que «se avecina una nueva etapa de fortísima competencia en la que el campo no tendrá futuro sin mano de obra formada, acceso a las nuevas tecnologías de la información y explotaciones intensivas en capital».

El también economista y ex consejero asturiano de Medio Rural Jesús Arango puso de manifiesto la existencia de cientos de miles de hectáreas de terrenos agrarios sujetos a conflictos de propiedad (comunales y similares) y abogó por liberarlos para su uso forestal o ganadero. Asimismo, Arango opina que ha llegado el momento de revisar el modelo de turismo rural, del que él mismo fue impulsor originalmente, para enriquecerlo de modo que la oferta quede limitada a meras prácticas de alojamiento.

El sociólogo Benjamín García, de la Complutense, aportó un dato contundente: sólo el 4 por ciento de las rentas rurales asturianas procede estrictamente de las actividades agrarias, lo que obliga a pensar en que cualquier estrategia de revitalización económica del agro debe basarse en actividades terciarias como, por ejemplo, según apuntó, la atención in situ de los jubilados rurales. Además, añadió García, así se evitaría el indeseable desarraigo de los mayores del entorno rural en el que siempre han vivido. Por la tarde intervino Jaime Izquierdo, asturiano, asesor del Ministerio de Medio Ambiente y Medio Rural, que centró su exposición en la idea de Asturias como una región «agropolitana», simbiosis de medio rural y metrópoli del área central.

«En Asturias, las actividades agrarias sólo aportan el 4% de las rentas rurales»

<Benjamín García >

Sociólogo

«El campo tiene que prepararse para un endurecimiento de la competencia»

<Juan Velarde >

Economista