Félix VALLINA

El agente Jesús Luis López y el subinspector Javier Inclán tardaron menos de un minuto en recorrer la distancia que separa la comisaría de la Policía Local del restaurante Casa Manjón, situado en la calle José Antonio Rodríguez. El pasado sábado le disputaron una carrera a la muerte y lograron vencerla. Su rápida intervención, su serenidad y su preparación en materia de primeros auxilios salvaron a M. C. T. B., de 46 años, a punto de fallecer asfixiada tras atragantarse con un trozo de carne mientras cenaba en el citado establecimiento del barrio de El Quirinal. Aunque la mujer permanece ingresada en la UVI del Hospital San Agustín en estado muy grave y con pronóstico reservado, los agentes confían «en volver a verla recuperada» y ayer regresaron al restaurante con LA NUEVA ESPAÑA para recordar junto a sus propietarios un trágico episodio con tintes heroicos que demuestra que la Policía Local no se dedica sólo a poner multas.

Cuando los agentes llegaron al local no había tiempo que perder. «Encontramos a la mujer en el comedor tumbada de lado. Estaba inconsciente, en proceso cianótico y con un pulso apenas perceptible por la falta de oxígeno», explicó Jesús Luis López, conocido como «Jes». «En un principio pensamos que la mujer estaba embarazada y su pareja, que estaba en estado de shock, no era capaz de reaccionar para decirnos que no», señaló su compañero Javier Inclán, que añadió: «Una vez que nos enteramos que no estaba en estado y que no íbamos a perjudicar al posible embarazo procedimos a realizar la maniobra de Heimlich para liberar las vías respiratorias, le practicamos varios ejercicios de reanimación y esperamos a que llegasen los servicios sanitarios para llevarla al hospital». Tanto López como Inclán rechazan ser tratados como héroes y aseguran que «estas cosas forman parte de nuestro trabajo y estamos acostumbrados a afrontarlas. Ya nos han tocado otros casos similares».

El inspector Javier Lozano, que estaba al mando esa noche, fue quien recibió la llamada de urgencia a las 23.04 de la noche. «Los dos agentes salieron corriendo y nosotros enviamos un coche para prevenir un posible traslado. Además colocamos efectivos en las calles principales que rodean el establecimiento para posibilitar el acceso rápido de la UVI móvil y su salida hacia el hospital». Lozano, que también estuvo presente en el local y participó en el desalojo «para preservar la intimidad de la mujer», ha trasladado el informe a sus superiores solicitando un reconocimiento para los dos agentes «por su forma de proceder y su iniciativa demostrada públicamente».

El propietario del local, que apenas lleva un mes abierto, se llevó «un susto de muerte». Juan Carlos García recuerda que «pidieron un chuletón de buey y cuando nos dimos cuenta la señora ya estaba en el suelo». El comedor estaba lleno y la UVI móvil «tardó más de 15 minutos en llegar, por lo que todo el mundo se puso de los nervios ». Jonathan Álvarez, uno de los trabajadores, también colaboró con los policías: «Como estaba inconsciente tuvimos que cogerla entre los tres para tratar de hacerla expulsar el trozo de carne», señaló. Álvarez reconoce que «de no haber sido por los agentes la mujer se hubiera muerto aquí mismo. Fueron momentos de mucha tensión y nos asustamos mucho».