Félix VALLINA

Laura Torres, topógrafa, tiene 27 años y es una de las tres autoras -junto a sus compañeras Irune Peñacoba y Cristina Villanueva- del proyecto «Avilés 1966. Cartografía a escala 1:5.000», un trabajo con alto valor histórico que les ha servido para llevarse el segundo puesto del premio «San Isidoro», convocado a escala nacional por el Colegio Oficial de Ingenieros Técnicos en Topografía para proyectos fin de carrera. El trabajo en el que ha participado esta joven de El Berrón refleja el cambio experimentado por el municipio en los últimos cincuenta y cuatro años.

-¿Qué diferencias hay entre el Avilés actual y el de mediados de los sesenta del siglo pasado?

-Se notan muchos cambios, pero sobre todo hay muchas diferencias en cuanto al uso del suelo en la zona rural: donde antes proliferaban los cultivos, ahora se han desarrollado proyectos urbanísticos. Además, la zona de la ría apenas estaba urbanizada y no tenía las industrias que hay ahora. En 54 años el municipio ha experimentado cambios drásticos.

-El trabajo está hecho a partir de 63 fotografías aéreas de una empresa madrileña que se declaró en quiebra. ¿Les resultó difícil conseguir el resultado final?

-Más que difícil, fue muy laborioso. Fueron necesarios muchos procesos para poder llegar a crear el mapa; como, por ejemplo, buscar puntos (referencias) en las fotos que existían en 1966 y que todavía estén en el presente para, a partir de ahí, sacar una red de coordenadas para hacer el mapa. Después tuvimos que restituir a partir de las fotografías, los que significa ir dibujando lo que había en aquellos años, identificar todas las carreteras... Un montón de aspectos técnicos que sería imposible enumerar.

-Y todo eso con fotografías en blanco y negro.

-Sí eso lo complica todo aún más. Nos resultó muy difícil porque algunas estaban muy dañadas y era casi imposible distinguir una vivienda de una caseta para aperos de labranza.

-¿Qué tipo de utilidades se le pueden dar al trabajo que han realizado?

-Por ejemplo, para los historiadores, para estudios geológicos, urbanísticos, económicos... Pienso que puede ser muy útil a todos los niveles. Antes los proyectos se hacían en quince días y ahora la Universidad promueve iniciativas de este tipo, que tienen una utilidad que queda patente.

-¿Qué supone para una joven como usted haber recibido junto a sus compañeras un premio de tanto prestigio en su campo?

-La verdad es que no me lo esperaba, pero es muy importante, porque nos hemos sacrificado durante dos años después de haber acabado la carrera y siempre está bien que eso se reconozca. Nosotras ganamos el segundo premio nacional, pero otras tres mujeres de la Facultad de Mieres se llevaron el tercero y otro chico, también de Mieres, quedó el cuarto. Es importante destacar el buen papel que estamos haciendo los topógrafos asturianos, pues de cuatro premios nos llevamos tres. También tengo que recordar el apoyo de entidades como el Ayuntamiento de Avilés y de los tutores que nos ayudaron con el trabajo. Sin todo eso no hubiera sido posible.