E. CAMPO

El S.O.S. que Cáritas avilesina lanza a la sociedad es cada vez más acuciante. Si hace unos meses sus responsables anunciaron que en 2009, como consecuencia de la crisis, se duplicaron las ayudas hasta alcanzar los 207.251 euros, y que las arcas de la asociación ya no daban para más, ahora es el servicio del mueblero el que da la voz de alarma, ya que carece de artículos básicos como electrodomésticos. Y es que de un año a esta parte las donaciones han descendido de manera vertiginosa, aproximadamente un 50 por ciento, al contrario que la demanda de artículos para amueblar las casas, en línea ascendente. En el año 2009 el servicio ayudó a 190 familias.

«Venía a buscar dos camas, una cocina eléctrica y una lavadora». Una chica joven muestra un papel al responsable del mueblero de Cáritas, Julián Bautista, que la mira con un «no» en los ojos. «Camas sí tenemos, pero cocinas y lavadoras no. Y frigoríficos tampoco». Tiempo atrás los bajos de la iglesia de San Agustín, donde se ubica este servicio, estaban hasta los topes, pero ahora se puede entrar con holgura. Faltan electrodomésticos y armarios roperos, principalmente, y muchas de las personas que acuden para intentar que sus casas sean lo más dignas posibles, dentro de las dificultades, tienen que irse de vacío.

Los voluntarios que atienden el mueblero señalan que pueden ser varias las causas que expliquen este descenso de colaboración ciudadana. Por una parte, la crisis. Los electrodomésticos se aprovechan durante más tiempo, y los muebles se renuevan menos. También está el aumento de entidades que recogen muebles y artículos usados, cuando antes Cáritas era prácticamente la única. O también puede ser que no se sepa muy bien cómo entregar el material, que se desmonta y transporta de forma totalmente gratuita para los donantes. El mueblero abre los lunes, de cuatro a seis, y los jueves, de once a una. Además tiene un teléfono, el 985550924 y también una cuenta de correo electrónico: mueblerocaritas@hotmail.com.

Un 95 por ciento de los usuarios de este servicio son inmigrantes, tal como señala Elena Rodríguez, una de las voluntarias. Rumanos y sudamericanos son los principales demandantes. No obstante, los voluntarios aclaran que no son personas que acaben de llegar a España, sino que normalmente ya llevan establecidos aquí desde hace unos años, pero el paro los ha atacado con fuerza y se ven incapaces de afrontar los gastos de amueblar un piso. Hay quienes incluso confiesan estar durmiendo en el suelo o encima de un triste colchón. «Viene gente con muchos apuros», afirma Elena Rodríguez.

Joaquín García, responsable de Cáritas arciprestal, explica que el mueblero, que hasta hace unos meses estaba bien surtido, se suma a la lista de necesidades de la asociación. «Desgraciadamente pensamos que la demanda va a ir a más», opina. Y el mueblero, de hecho, es deficitario. Las personas que acuden a buscar artículos abonan una cantidad, simbólica, de acuerdo con una tabla estimativa de precios. Por ejemplo, un armario ropero puede «costar» 20 euros, y un colchón, 3 euros. Sin embargo, en 2009 la recaudación, 2.877 euros, no llegó ni de lejos para pagar los gastos del transporte. «Esto es Cáritas, no un comercio; el precio que ponemos es un donativo», afirma Bautista.

Ocho voluntarios arriman el hombro para que este servicio siga adelante, dieciocho años después de sus orígenes y una década más tarde de que comenzara a funcionar de forma organizada y conjunta para todas las parroquias de Avilés y aledaños. Julián Bautista y Felipe Rodríguez fueron los encargados de hacer las obras necesarias en los bajos de la iglesia de San Agustín, organizar el equipo de trabajo y el funcionamiento. Además de los ya mencionados Julián Bautista y Elena Rodríguez (hija de Felipe), el servicio está atendido por Juan Villarreal, responsable de la carpintería; Narciso Piedras, experto en escobas; Luisa González, José Manuel González, Francisco Escanciano y Guzmán Menéndez. «Aquí procuramos servir a la gente; muchos piensan que tenemos un sueldo... ¡Dios nos libre! Somos voluntarios», concluye Bautista. El equipo del mueblero sólo reclama un poco de colaboración.