Hace meses que una publicación universitaria especializada en Psicología trataba de desarrollar la hipótesis de que nuestras inclinaciones políticas pueden depender de factores genéticos. No cabe duda de que los hijos suelen heredar la ideología de sus progenitores, lógicamente por una cuestión de educación familiar, sin embargo, el estudio elaborado por prestigiosas universidades americanas señalaba que aquellos individuos portadores de una determinada variante del gen D4, que afecta a un neurotransmisor denominado dopamina, poseen una mayor propensión a la ideología liberal. De hecho, la dopamina está directamente relacionada con la socialización, con una mayor disposición a probar nuevas experiencias y a relacionarse con todo tipo de personas.

Este estudio no es concluyente, es decir, tener ese gen no te hace liberal, pero la combinación del gen con un carácter abierto y socializador puede ser condicionante de inclinaciones liberales. Además, éstos suelen tener más amigos que los conservadores, dice este estudio americano elaborado por las Universidades de Harvard y San Diego.

También otras instituciones educativas han seguido diferentes vías para llegar a conclusiones sobre la presunta influencia biológica en nuestra tendencia política. La Universidad de Nebraska, por ejemplo, concluía a partir de un estudio sobre la reacción de individuos conservadores y liberales ante estímulos visuales, que los conservadores por lo general tienden más al individualismo, lo que podría interpretarse como menor confianza de éstos en otros seres humanos o como una mayor empatía de los liberales.

Otro estudio realizado por una universidad londinense concluía que aquellos que se definen como liberales tienen la corteza cingulada anterior del cerebro de mayor tamaño (aquella que afecta en la toma de decisiones), mientras que los conservadores tienen más grande la amígdala cerebral, (aquella que afecta al aprendizaje emocional y el proceso del miedo). Tampoco este estudio parece ser concluyente. Los científicos ingleses afirman que existe la posibilidad de que nuestro cerebro cambie con el tiempo, lo que serviría para justificar - entiendo- los casos de transfuguismo y cambios de chaqueta.

Es muy difícil sacar conclusiones de estos imprecisos resultados, salvo que en ocasiones las universidades gastan grandes cantidades de dinero en estudios de dudosa utilidad; pero si finalmente se descubre que nuestros genes nos condicionan hasta tal punto, lo que nos haría muy poco sugestionables, las campañas electorales tendrían escaso valor, si es que ahora lo tienen y pueden servir para cambiar alguna opinión predefinida o para arrastrar a un lado o al otro a los indecisos.

Sin embargo, habría algo positivo en todo eso, estas hipótesis podrían servir para aplacar la conciencia de los perdedores, así, si la campaña fracasa, siempre podremos echarle la culpa a la Biología.