La Universidad, tal vez en un intento por preservar la Excelencia, está tratando de disociar el mundo académico y el festivo y musical. Primero fue esa polémica alambrada que separaría el recinto ferial de la «Semana negra» del entorno universitario gijonés, y ahora la supuesta incompatibilidad de la actividad académica con los ensayos del Concurso de Rock «Ciudad de Oviedo», instalado en la plaza de Feijoo, sede de la Facultad de Psicología. Lo cierto es que tratar de separar lo festivo de lo universitario es como luchar contra los elementos. Cualquiera que haya asistido a la novena de Químicas o a las macroespichas organizadas por los Ingenieros de Gijón sabe que si hay algo indisoluble es el estudio y la juerga universitaria.

Además, para mí el rock siempre ha estado ligado a la Universidad, tal vez porque mis años universitarios en el campus del Milán combinaban a la perfección la música con las Humanidades. Allí convivían los principales representantes del llamado Xixón Sound, matriculados en las carreras de Filología, Geografía e Historia y Filosofía, como Roberto Nicieza de «Australian Blonde», las integrantes de «Nosoträsh» o miembros de «Doctor Explosion», «Undershakers», Nacho Vegas, que por aquellos años formaba parte de «Manta Ray» y de «Eliminator Jr», Luis Mayo dando voz a «Screamin' Pijas» o Tito y David Guardado de «Penélope Trip».

En la década de los noventa, las jornadas culturales que se organizaban en el Milán aunaban lo académico y la música indie sin entrar en conflictos de ningún tipo. Desde el aulario, mientras nuestros profesores nos daban nociones de lingüística y literatura, escuchábamos las guitarras que se afinaban en el escenario emplazado en la explanada contigua. En aquellas jornadas que combinaban rock con literatura o cine acudíamos a conciertos, charlas sobre el papel de las Humanidades en la sociedad o la crisis en los países del Este, recitales poéticos, teatro o sesiones de jazz en la terraza de la cafetería.

De todas formas, no todo es desacuerdo entre nuestra Universidad y la música. Hace tres años, la Universidad de Oviedo editó un CD con versiones rock de «Gaudeamus igitur», el himno universitario por excelencia, en el que participaron, entre otros, Nacho Vegas, Paco Loco, Ramón Prada o Jorge Explosion y ya con el actual equipo rectoral se organizó un concurso de maquetas.

Que el pop y el rock no tienen por qué estar reñidos con la excelencia universitaria lo saben perfectamente las universidades norteamericanas, donde el rock y la cultura popular forman parte de cursos monográficos y posgrados desde hace décadas, y donde se organizan conciertos como los de «Grateful Dead», o «Chuck Berry» en la Universidad de Georgetown en los setenta o recientemente el de «U2» en la de Minnesota. A la Universidad española todavía le falta un largo camino para eso.