«La divina comedia» de Avilés

Laura ORTIZ

Cientos de personas esperaban anteanoche impacientes frente a una de las fachadas más significativas del barroco asturiano para recordar parte de la historia que vivieron sus antepasados en un lugar que, a pesar de los cambios, sigue conservando la esencia del pasado. La plaza que se abre a los pies del palacio de Camposagrado fue el lugar elegido para desarrollar la primera de las escenificaciones del ciclo teatral «Leyendas en el casco histórico», todo un clásico del verano avilesino.

De los balcones palaciegos emergieron algunos de los personajes más representativos de la villa para, con un humor muy asturiano, explicar los cambios más significativos habidos en la ciudad. Pescadores, mercaderes, piconeras o aldeanas fueron algunos de los papeles que los actores representaron, acompañados de unas bailarinas vestidas con velos que recordaban a los avilesinos que vivieron por esas mismas calles hace años mientras le ponían música y ritmo al espectáculo.

En esta séptima edición de «Leyendas...» los asistentes se estremecieron al escuchar las habaneras de las asturianas llamando a los marineros y pescadores perdidos en la mar mientras que rieron a carcajadas cuando escucharon las predicciones de la piconera a los zafios mercaderes sobre cómo la antigua calle de Cimadevilla, donde se encontraba el alfolí de la sal -actividad a la que se dedicaba la ciudad-, se convertiría en la Rúa Nueva y mucho después en lo que ahora es la calle de La Fruta. Además no se olvidó la historia del propio palacio de Camposagrado, diseñado por el arquitecto avilesino Francisco Menéndez Camina, que antes de albergar la Escuela Superior de Arte vivió mil vicisitudes, ya que además de aguantar las duras invasiones francesas soportó las tres tormentas más duras que asolaron la villa.

La próxima cita con la historia de Avilés será el jueves 25 de agosto en el parque de Ferrera.