Esta semana, y con motivo de la cercana celebración del 25 de noviembre, «Día mundial contra la violencia de género», dedico varias sesiones de tutoría a trabajar este tema con mis alumnos de 4.º de la ESO.

Porque es en esas edades cuando comienzan a gestarse las primeras relaciones de pareja, pienso que debe ser en las aulas donde se fomente la destrucción de tópicos que, lamentablemente, aún se mantienen desde épocas pasadas. Me atrevería a decir incluso que en los últimos años éstos se han intensificado, porque tanto las víctimas como los maltratadores son cada vez más jóvenes.

Hace apenas un par de años me sorprendía el relato de varias alumnas de 17 años que, con naturalidad, contaban que no salían de noche con sus amigas porque sus novios les «habían prohibido» salir sin ellos. Como sospechaba, ellos sí salían sin ellas cuando les apetecía, y ellas lo relataban dando por supuesto que eso era lo normal. No pude convencerlas de lo contrario y sentí aquello como una batalla tristemente perdida. No era la primera vez, sin embargo, que me enfrentaba a ciertos tópicos, como el de la popularidad del «chico malo». Hace algunos años, en otro instituto, dos alumnas de 14 años me enseñaban orgullosas las fotos de sus nuevas parejas, dos alumnos de 16 que entraban en el estereotipo de chico duro, «tripitidor» y problemático en el aula. Ambos eran, además, alumnos míos. Cuando les pregunté a ellas irónicamente si no habían pensado en algún buen estudiante como candidato, me miraron a los ojos para revelarme algo que ellas entendían como verdad absoluta: «Profe, es que los que estudian bien no son guapos». No las culpo. Todos hemos convivido en mayor o menor medida con esos tópicos, por eso ahora que en los centros educativos tenemos la posibilidad de combatir esta lacra social debemos aunar esfuerzos para sensibilizar a los más jóvenes y modificar creencias y prejuicios peligrosos.

La mayoría de mis alumnos reconocen en su entorno ciertos comportamientos entre adolescentes: celos, control de las llamadas del móvil, control de las redes sociales o de la forma de vestir, pero en la mayoría de los casos no lo ven como un motivo de alerta. También conocen muchos casos de relaciones en las que uno aísla a su pareja de los amigos, también conocen a chicos jóvenes que creen que por ser hombres son superiores a las mujeres. Se sorprenden, sin embargo, al identificar algunos de estos comportamientos como posibles signos de violencia futura.

Intentemos contribuir a eliminar la creencia de que la agresividad es atractiva y, de paso, démosle una patada al refranero español, porque ni quien bien te quiere te hará llorar, ni los amores reñidos son los más queridos.