Myriam MANCISIDOR

Paco Sánchez descendió el pasado sábado y por primera vez la calle Galiana. Lo hizo a bordo de una silla con asiento rojo y se deslizó sobre aguanieve a falta de espuma. Aún como miembro «vitalicio perpetuo» de la Gran Orden de Antroxu, fundada en 1981, Sánchez nunca antes se había aventurado a tamaña travesía.

-«Me gustaba bañarme en agua caliente», explica.

Ahí queda eso. Prueba de que todo cambia con el tiempo menos el ánimo de hacer lo que a cada cual le da la gana. Esto es, a juicio de Sánchez, el «leimotiv» del carnaval «que permite a las gentes liberarse de los rigores de la vida cotidiana». Hace veinticinco años, este hombre que acaba de perder el virgo en Galiana prefería el «chiquiteo» al chaparrón festivo. Y es que en los bares era donde los de la Orden agudizaban su ingenio sin entrar en litigios con cualquier otra entidad que deseara, como ellos, recuperar el antroxu.

«Cuando lanzamos todo esto se nos ocurrieron una serie de cosas, pero nunca planteamos hacer algo cerrado. Así se celebró durante dos años el Entierro de la Foquina, el primero de ellos con nieve y antorchas en las calles», explica este veterano de la folixa carnavalesca, que confirma el éxito del Descenso de Galiana. «A nosotros se nos ocurrió aquello de la coronación de los Reyes del Goxu y la Faba o la idea de disfrazar los chigres», precisa. Cuando habla de nosotros, eso sí, Paco Sánchez no sabe muy bien de cuántos. «Nunca se sabrá muy bien qué fue la Orden del Antroxu, que surgió en un momento estupendo para revitalizar el carnaval, ni cuántos éramos», agrega Sánchez. Confiesa que pertenecer a la dicha entidad era todo un título, casi un carné de avilesino.

Uno de los mejores golpes de efecto de dicha Orden fue la «asturzaintza», es decir, la creación de un nuevo cuerpo policial asturiano que siguiendo el ejemplo vasco -constituido como el carnaval avilesino en 1981- decidió vigilar las calles de la villa ataviado con montera picona y todo tipo de armamento. «Hicimos muchas intervenciones aquellos carnavales: disolvimos a un grupo de hippies, hicimos una carga policial y hasta pusimos multas escritas en bable», manifiesta con humor Paco Sánchez, que aún bate la mandíbula al recordar a un señor oriundo de Madrid que pensó que aquel papel colocado en la luna de su coche era una «receta» de la policía original.

Otro momento estelar de la Orden del Antroxu fue durante el concurso de murgas y charangas, el lunes de carnaval. «Una hora antes, en algún bar, nos inventábamos la letra. Como con nosotros siempre iba un gaitero, hiciéramos lo que hiciéramos siempre terminábamos la actuación con el pericote», señala. Así se bailó en Avilés el pericote de Osaka, el de Canadá... «Lo que hacíamos tal vez era demasiado surrealista», reconoce. Pero las risas estaban aseguradas y algún premio también, cosa que no gustaba demasiado a sus adversarios cantarines.

Paco Sánchez sigue siendo fiel al antroxu avilesino y mantiene como hace más de un cuarto de siglo la tradición de idear el traje casi sobre la marcha. «Normalmente nosotros teníamos un disfraz base, una tela blanca o algo parecido. Sobre esa base siempre poníamos adornos que eran sorpresa para el resto del grupo, aunque sabíamos que alguno iba a llevar las uñas pintadas aunque fuera disfrazado de militar», apunta Sánchez, que un día se vistió de legionario con cabra, aunque de juguete. «Nosotros no entendíamos los disfraces como algo exacto», destaca.

Paco Sánchez siempre adornaba su hato con medallas, una faja del traje regional y una banda de «xanina» de El Bollo. Matemático. Y las tradiciones no se pierden, pues este abogado de profesión sigue saliendo así a la calle cada carnaval. ¿Vergüenza? Ni una pizca, es tiempo de antroxu. «Siempre he creído que la gente debe hacer lo que quiera en esta fiesta, disfrazarse, no disfrazarse... Yo voy a salir igual», reconoce, aunque confiesa que a día de hoy «no hay un ápice de libertad ni un segundo de espontaneidad».

«Antes la gente tenía ganas de expresarse y ahora muchas personas dejan que hablen por ellos esos personajes de la televisión», dice este presidente «Vitalicio perpetuo» de la Gran Orden de Antroxu que cuenta ya once días para que comience el carnaval en Avilés. Eso sí, Paco Sánchez ya descendió Galiana en 2012. El día 18 le toca bañera de agua caliente.