T. CEMBRANOS

El Centro Niemeyer es como el juego de la oca, aunque en este caso va de «chiringuito en chiringuito», según denunció ayer el PP. Así, si antes era el cortijo del socialista Vicente Álvarez Areces, ahora lo es del nuevo presidente del Principado, Francisco Álvarez-Cascos. «El Gobierno regional habla del Niemeyer como si fuese suyo; lo ocupan y dicen que como ellos pagaron la obra, les pertenece», criticó Joaquín Aréstegui, presidente del PP de Avilés.

El líder popular recordó a Foro Asturias que el proyecto salió adelante gracias a la colaboración de cuatro administraciones: Principado, Ayuntamiento, Estado y Puerto. «Así, el Puerto puso el suelo y construyó una pasarela. El Estado, a través de Infoinvest, realizó el parking, mientras que el Ayuntamiento cedió suelo, habilitó el centro de recepción, construyó la grapa y arregló los accesos con cargo al plan A. Todos han puesto bastante en dinero o en especies», apuntó.

Aréstegui criticó también al Principado por denunciar el aplazamiento de la reunión del Patronato del Niemeyer. «Foro e IU, en su día, criticaron que el patronato tomase decisiones estando el gobierno en funciones y ahora piden que haga lo que ellos denunciaron. No sabemos si dentro de un mes los representantes del Principado y el Puerto serán los mismos que ahora o cambian», comentó.

El presidente popular dijo no entender tampoco el enfado por la petición de un ERE para la plantilla, cuando ya IU lo había pedido. «La Fundación tiene esas atribuciones», añadió. Sobre las críticas del Principado hacia el propio Aréstegui, el responsable del PP aseguró que su partido «denunció actuaciones puntuales de la Fundación y lo seguimos haciendo», como el contrato con la empresa Cíes o la opacidad por no enseñar las cuentas. «Mantenemos lo que dijimos. La situación del Niemeyer es un problema político que sólo tendrá una solución política. Todo dependerá de lo que salga de las urnas ya que ningún partido tiene la misma idea sobre cómo gestionar el centro cultural», dijo. En ese sentido, el PP defiende que el centro llegue a ser autosostenible, con una mayoría de capital privado, y despolitizado.