Amaya P. GIÓN

Ni los más optimistas podían presagiar un cumpleaños feliz con tanto poder de convocatoria. La popular Comida en la calle desbordó todos los pronósticos. El de ayer fue un banquete veinteañero y multitudinario. La fiesta que se sacó de la manga Mariví Monteserín alcanzó las dos décadas a pleno sol, un sol que animó a salir a la calle a más de 20.000 personas -según los cálculos municipales-, que compartieron mesa, mantel, palique e incluso cantarines y bailes. Si la del Bollo fue una cornada de cuento, la de Pascua puso el «fueron felices y comieron...», y bebieron, de todo.

Hasta los apuros a fin de mes parecían ayer más pequeños y los problemas más llevaderos. La celebración que nació de la mano del centenario de la fiesta de El Bollo demostró que conserva el mismo espíritu que los inicios, aunque su poder de convocatoria va en aumento. Quién le iba a decir a aquella concejala de Festejos, ahora diputada nacional, que su criticada idea iba a convertirse en una cita obligada en el calendario festivo asturiano, y nacional.

El banquete fue el momento culmen de una jornada que empezó para algunos muchos horas antes. Hasta noventa personas trabajaron en la organización, montaje y desmontaje de la larguísima mesa. Cinco kilómetros de tableros y manteles estaban preparados al amanecer, unos albores que ya presagiaban una jornada festiva de auténtico lujo.

-¿Tú sabes cómo está el Ferrera?

-Van todos los guajes cargaos.

Armados con cientos, si no miles, de litros de sidra, cerveza y calimocho, miles de jóvenes tomaron desde primera hora el parque de Ferrera, con su quiosco de la música convertido en discoteca.

Los barceloneses Nieves Bonet y Vicente García no daban crédito a tanta algarabía. «Pues sí que está animado esto. ¿Y donde podemos comprar un bollo preñao», preguntaban mapa y cámara de fotos en mano. Igual de sorprendidos se mostraban los extremeños Francisco Saavedra y Carmen Salguero, participantes en la feria de alfarería: «Es sorprendente y original, no habíamos visto nunca algo así».

Bajo un cielo despejado prepararon los Xagós de Miranda su fabada pantagruélica y otro tanto hicieron, aunque a menor escala, los participantes en el concurso que organizan desde hace 34 años las Amas de Casa de Llaranes. El primer premio se lo llevó Vicente Cueto, aunque igual de orgulloso, o más, estaba Telesforo Fernández, que recibió de manos de su nieta, María Freire, un reconocimiento por su fidelidad al certamen.

Y es que Telesforo presume de haber participado en cada edición del concurso gastronómico. «Dicen que gané ocho veces. Yo creo que fueron más», señalaba bajo los soportales de la Casa Consistorial.

Por El Parche pululaban las «amigas de toda la vida» Cristina Cores, Cani González y Ana María Menéndez, que descansaron del paseo en el tablero reservado para el grupo municipal de Foro.

-¿Cuantos años tiene esta fiesta?

-Veinte.

-Pues hace veinte que venimos.

La xana, Miriam Sonsoles Fanjul, la xanina, Claudia Sánchez, y sus damas de honor compartieron mantel con la alcaldesa, Pilar Varela, como es tradición. «Estoy contenta pero cansada. Son muchos actos en pocos días. Ayer volví a disfrutar en las carrozas después de muchos años. Da gusto ver Avilés lleno de gente», explicaba la reina de las fiestas, tan solicitada como de costumbre.

No faltó a la cita Mariví Monteserín, a la que Ana Hevia tomó el relevo en esto de organizar comilonas para miles. Una concejala de Festejos que bien podía coger el testigo a Mario Picazo. «Sabía que iba a hacer buen día, no soy pitonisa pero lo sabía», presumía Hevia. «Esta fiesta es un éxito. La evolución no se había poder hecho mejor. Comenzó entre críticas pero estaba muy segura de que saldría adelante. No he fallado nunca, ni pienso hacerlo», relataba botella de sidra en mano Monteserín.

Muchas comidas en la calle dice llevar a las espaldas Ana de Andrés García, que pidió el día de ayer de vacaciones para poder celebrar que la fiesta es veinteañera. Y mientras muchos repetían experiencia, otros tuvieron en la jornada de ayer su bautizo festivo. Fue la primera Comida en la calle para Álex Bartsch, de siete meses, y también para la pequeña Leire Serrano Santos, de dos años, biznieta de Malaquías Álvarez, uno de aquellos voluntarios que aquel 12 de abril de 1993 instalaron por primera vez los tableros que convierten la ciudad en un restaurante al aire libre.

En cada calle, en cada rincón, apenas cabía un alfiler. También se escuchaba alguna que otra pega. «Estamos ante un gran mantel, pero sin música», se lamentaba Maite Bayón en El Carbayedo. Música hubo, pero dicen que mal repartida. Las charangas y fanfarrias amenizaron la hora de la comida, y ya de sobremesa la plaza del Carbayo se convirtió en una pista de baile. Marisa Fernández y Manolo Bravo movieron el esqueleto sin tregua, y Vanessa Parapar y Aida Peláez hicieron de la entrada a la iglesia vieja de Sabugo su particular gogotera.

El folk de «La Curuxa» puso el broche a un cumpleaños feliz, en el que avilesinos y visitantes volvieron a acompañar a los carrozas, xarrés y carros por las calles de la ciudad, que rebosaba fiesta por todas las esquinas. La jornada avanzó para el valdesano Vicente Alba entre cesto y cesto, los que elabora desde hace sesenta años. Y cuando estaba a punto de levantar el campamento comenzaron a brotar de la Casa de Cultura los cantos de los participantes en la segunda jornada del Certamen de Habaneras, que volvió a brillar con luz propia.

La sobremesa se convirtió en eterna y los más valientes alargaron el festejo hasta la madrugada.

-Cómo pasa el tiempo- le dijo Mariví Monteserín a Ana Hevia.

-Veinte años no son nada- reconoció la concejala evocando el célebre tango.