De nuestro corresponsal,

Falcatrúas.

Heraclio el Bilorto, de en Cá los Bilortos, familia de Bildeo de toda la vida, salió de casa bien cedo con la media docena de vacas que había en la familia, tres xatinos, dos ovejas, la burra y el caballo; iba a llevar toda aquella ganadería al monte, pa que los animales lo arrancaran paciendo, en vez de tener que segarles yerba continuamente; además, mejor que comieran de los pastos comunales, ahorrando la pación de los prados propios.

Todo iba bien, los animales sabían que iban al Reboyal, les gustaba pastar allí, y Heraclio pensaba pasar el día tumbado a la sombra, mientras el rebaño se buscaba la vida devorando verde del paisaje. De repente, se fijó en una mancha oscura que trazaba círculos en el aire a gran altura, se le apagaron las pocas luces que tenía, echó a correr adelantando a toda la recua hasta ponerse a la cabeza del desfile e hizo dar media vuelta a la manada a base de palos y cagamentos; desde luego, bien nos aguantan los animales, porque les damos ordenes según el humor que tengamos en ese momento: ahora para el monte, ahora vuelta atrás?

A Heraclio le asestaron ese nombre porque fue concebido una noche después de que el padre se pasara todo el santo día jugando a las cartas; tantas veces pasaron los naipes por sus manos que el nombre de Heraclio Fournier se le quedó grabado, podía haber sido peor y que lo hubiesen llamado Tres de Bastos. En casa eran comprensivos, sabían que a Heraclio le faltaba un fervor, nunca sería muy listo, pero si se valía con el ganado podría pasar por un paisano y defenderse en la vida; por eso, a pesar de que su padre plasmó al ver el ganado de regreso, le pidió explicaciones cuidando mucho de no herir sus sentimientos:

-A ver, amomiado, ¿Qué haces de vuelta en casa?

-Es que vi un paxarón dando vueltas en el aire y tenía miedo de que nos llevara algún animal.

-¿A ti parezte que un pájaro puede llevar una vaca por el aire?

-El ferre marchó con las pitas de los del Pisón.

El padre no quiso porfiar con el hijo que confundía el peso de una vaca con el de una pita; los animales entraron en la cuadra y aquel día comieron de las reservas almacenadas en el pajar. Al día siguiente, vuelta a salir con los animales al monte, nuevo avistamiento del paxarón y vuelta pa casa.

Los padres continuaron siendo comprensivos con su hijo, pero menos, ese segundo día de retirada; si había que alimentar a los animales a diario y con buen tiempo a base del forraje que tenían reservado en el pajar para los días de invierno, a ver qué iban a darles cuando todo Bildeo estuviese cubierto por la nieve. Antes de que el rapaz saliese al tercer día con los animales para el monte, el padre le apurrió la escopeta de casa y le puso en la mano dos cartuchos. Sin palabras.

Heraclio marchó tan faltoso como siempre, pero esta vez armado; los animales iban con las orejas apuntando hacia atrás, esperando el momento en que les diesen la vuelta para casa, una maniobra que parecía estar de moda últimamente. El rapaz iba mirando continuamente a las alturas, no parecía haber vuelos sospechosos. De pronto, como saliendo de entre unas peñas más grandes que castillos, la sombra del páxaro, o lo que fuera, planeó sobre ellos a gran altura, pasó de largo hasta el final del valle, dio la vuelta y vino directo hacia él y su rebaño, como un halcón abatiéndose sobre su presa.

Heraclio arremangó la escopeta y le mandó para allá los dos tiros. El paxarón dio un quiebro en el aire y derivó hacia un abedular cercano, donde se partió en dos: las alas fueron por un lado y el cuerpo del paxarón se precipitó sobre un mato de acebos; el mozo, sin soltar la escopeta, corrió hacia el pueblo, a más de media hora de distancia, olvidándose del ganado.

-¡Cayó el paxarón! - gritaba como un condenado, mientras atravesaba el pueblo hasta llegar a casa.

-¿Qué paxarón? - le increpó el padre, seguro de que era otra bobería de aquel fío tan poco espabilado.

-¡El que venía a llevar los xatinos y las ovejas. Le mandé dos cartuchazos y cayó pa'l Reboyal!

-¡La madre que te parió, a ver si mataste a alguien?!

-Llegaron desbocados al lugar del siniestro, acompañados de medio pueblo; allí encontraron a uno con disfraz de paracaidista hecho jirones y cubierto de arañazos sangrantes intentando amestar con cinta aislante los cachos del ala delta, acribillada de perdigonazos, que parecía comida de la polilla.

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