La XXXV Semana de Música Religiosa de Avilés arrancó el lunes a pesar de las dudas y de los temores ante la posibilidad de que la actual situación económica mermase el ciclo. Sin embargo, la Semana de Música presentó su nueva edición y lo hizo, además, con grandes expectativas, a través de una programación generosa que se desarrollará, inclusive, hasta el próximo lunes -y sin ningún día de descanso en el ecuador de la semana, a diferencia de años anteriores-. La Orquesta Julián Orbón dio así el pistoletazo de salida, con su tradicional concierto de apertura de la Semana de Música, al que seguirán diferentes programas musicales en los que el órgano y la música vocal tendrán una presencia fundamental. Además, el ciclo que organiza José María Martínez continúa incorporando repertorio de interés para la historia de la Semana de Música, como en el caso del concierto que la Capilla Renacentista de Madrid ofrecerá el sábado.

De este modo, la Julián Orbón ofreció, en la Iglesia de San Nicolás de Bari, su tradicional concierto de inauguración de la Semana de Música, con obras interesantes en su programa, y con el protagonismo imprescindible de los jóvenes alumnos instrumentistas, especialmente en la especialidad de cuerda. La orquesta afrontó así un programa denso, con una actitud muy profesional, y en el que pudieron escucharse también algunas apuestas claras para el futuro.

Bajo la dirección de José María Martínez, el «Concerto grosso en la menor, Op. 6 nº 4», de Haendel, abrió el programa, con una gran exigencia para los violines a lo largo del concierto, en el que destacó el tercer movimiento -«Largo e piano»-, por los matices en su sonoridad aterciopelada. El «Concierto para violín en sol mayor, Hob VIIa: 4», de Haydn, supuso la presentación de una precoz solista, Alba Tocino, que, a pesar de su timidez y ternura, sorprendió al público con una seguridad increíble de sonido en la obra, que tocó de memoria al violín. Con la iniciativa de Martínez hay que celebrar que, una vez más, volviera a sonar la música de Ramón Garay en Asturias. La «Sinfonía nº 5» del compositor avilesino prosiguió así pues el programa, con la incorporación del viento, debidamente reforzado para la ocasión.

La obra sinfónica de Ramón Garay está de plena actualidad, tras su grabación en disco -previa recuperación y edición de las partituras- y la reciente publicación del libro del musicólogo Pedro Jiménez Cavallé, titulado «Ramón Garay (1761-1823). Un clásico, autor de 10 sinfonías». Según Cavallé, la música del compositor asturiano es «más cantable, con más "chispa" que un Haydn», y así se escuchó el lunes, precisamente, a raíz de su quinta sinfonía. La obra de Garay destacó en la interpretación de la Julián Orbón por el empaste logrado por la orquesta, con la frescura original que se respira en la obra, en la que llama además la atención el protagonismo de la parte del fagot -a cargo, el lunes, de la profesional Carmen Ponga-, que da un carácter especial a la obra.

El primer movimiento, «Allegro non troppo», de la «Sinfonía española, Op. 21» de Édouard Laló, supuso un brillante, aunque ambicioso, final de acto. La alumna de violín Luisa Sánchez interpretó la parte solista de la obra con gran carácter, junto a una orquesta colorista. Así se cerró la cita con la Julián Orbón, que, en el marco de la Semana de Música, además de significar una experiencia profesional importante para los jóvenes instrumentistas, debe servir para concienciar a público y administraciones del valor cultural y social de la música.