La Granda (Gozón), E. CAMPO

El «alma mater» de los cursos de verano de La Granda, Teodoro López-Cuesta, no pudo pronunciar ayer sus habituales palabras de bienvenida durante la inauguración de los seminarios estivales, por cuestiones de salud, aunque si estuvo presente en el acto. Sin embargo firma el escrito de presentación de los cursos, en el que habla de despedida. «Treinta y cuatro años después cuesta mucho saludar un nuevo curso cuando somos conscientes de que este saludo es en realidad una despedida».

La razón que aduce para avanzar este punto y aparte es la siguiente: «Soy plenamente consciente de que es imposible pensar que el año próximo seamos capaces de configurar nuestra actividad con el formato que hemos logrado mantener durante tantos años». Durante estos 34 años de cursos, en los que han participado ponentes de primer nivel internacional correspondientes a las diversas ramas del conocimiento, López-Cuesta fue sostén e impulsor, principalmente junto al profesor Juan Velarde.

«Preparar La Granda este año ha sido un reto personal y supone para mi cuanto puede serme exigido, tanto en mi calidad de presidente como "ser social"», aseguró el ex rector de la Universidad de Oviedo, cuya salud se ha visto muy mermada en los últimos años, y ha tenido que bregar también con las dificultades económicas del momento.

En su escrito de bienvenida, López-Cuesta agradeció a cuantos hicieron posible esta andadura. «Tenemos la ilusión de haber podido servir a cuantos nos han seguido año a año, singularmente a la cultura asturiana y a los estudios hispánicos, para lo cual hemos contado siempre con la colaboración excepcional de cuantas figuras hemos conseguido su concurrencia a nuestros cursos». Y entre los agradecimientos generales, un nombre propio, el de Severo Ochoa: «Resulta inevitable rememorar su figura. Él afirmó: "Yo ya no podría vivir sin La Granda"».